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MONUMENTO A LA SHOÁ

BAQ 2016
CATEGORÍA DISEÑO URBANO Y ARQUITECTURA DEL PAISAJE
ARGENTINA
NIELSEN, GUSTAVO – MARSIGLIA, SEBASTIÁN

Recordar es una actividad vital que da identidad a nuestro pasado y define nuestro presente. La memoria es selectiva: un complejo sistema dialéctico entre el olvido y el recuerdo. Las memorias personales y las memorias sociales están siempre sujetas a construcción, a negaciones, a represión. Son borrosas e imperfectas; no permanentes. En las sociedades modernas, la memoria colectiva se negocia en los valores, las creencias, los rituales e instituciones del cuerpo social.

Los museos y monumentos de la Shoá mantienen siempre una especie de contradicción de tamaños entre el espacio representativo, metafórico, generalmente enorme, y los objetos a exhibir, casi siempre de pequeño formato. El caso es que la presencia de estos sencillos objetos (valijas, cartas, fotos, zapatos, utensilios, ropas, libros) es fundamental porque decanta la memoria social en memoria individual, nos habla de personas como nosotros, pero que dejaron de existir en medio de atroces castigos: persecución, tortura, vejaciones, cárcel, fusilamientos. La actualidad de la presencia de estos objetos, parecidos a los que todos nosotros utilizamos diariamente, es una indicación del peligro de que la catástrofe pueda ocurrir de nuevo, en cualquier momento, en cualquier sociedad.

Nuestro proyecto opera mediante un sistema de piedras que llevan impresas la huella de objetos cotidianos. Estas impresiones se realizan por vaciados de hormigón. La operación estropea, destruye al objeto. La huella rescata el perfil icónico como metáfora del elemento que desapareció en la impresión.

El muro está formado por 114 paralelepípedos de hormigón. Cada piedra contendrá la huella de un solo tipo de objeto. Si se trata de utensilios, el hormigón será colado sobre cucharas, cuchillos, tenedores, platos, jarras. Si son elementos de aseo, la colada se realizará sobre peines, peinetas, cepillos, broches, afeitadoras. En el caso de ropa se considerarán calzados, almohadones, cinturones, camisas, vestidos, carteras, anteojos. En el caso de gadgets: computadoras, celulares, tablets. Los objetos no son históricos, el registro del monumento no es testimonial. Los objetos son actuales, el registro es poético.

La colección de ausencias realiza una transferencia de memoria al hacer pasar la memoria muerta de los objetos malogrados hacia la memoria viva de los paseantes. El paseante será quien recuerde la memoria de una ciudad, de cientos de existencias. Una operación de deshielo para la petrificación de los recuerdos. Aprendiendo de Jochen Gerz hemos intentado hacer un monumento que recuerde el olvido.

Como artistas nos interesan las relaciones entre nuestra existencia y la existencia total, las conexiones entre el ahora y lo que pasó. Por eso este monumento de aspecto contemporáneo no sólo se refiere a la Shoá. El muro está fragmentado en dos partes. La primera contiene solamente 29 piedras, la cantidad de víctimas del atentado a la Embajada de Israel. La segunda mitad está fabricada con 85 piedras, el número de víctimas de la Amia. La metáfora es la de la memoria impresa en la piedra. Cientos de memorias individuales que arman el avatar colectivo de un pueblo.

Huellas para el recuerdo.

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