BAQ 2010 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
MÉXICO |
VICTOR MÁRQUEZ CRAVIOTO |
La Terminal B es la pieza clave dentro de las expansiones del plan maestro del Aeropuerto de Monterrey para los próximos años. El proyecto consiste en crear una terminal nueva por completo, que responda al crecimiento de operaciones y manejo de pasajeros del AIM y que proyecte una nueva imagen de OMA hacia el futuro. Programáticamente la Terminal B tiene seis posiciones de contacto, cuatro remotas, seis regionales y más de 21,000 m2 construidos en tres niveles. Es una de las primeras terminales con separación total de flujos y capacidad de atender aeronaves categoría D, como el nuevo Boeing 787. En total podrá atender a más de 2 millones de pasajeros por año.
La esencia de la estética en el proyecto consiste en la unificación de tres aspectos aparentemente discordantes: la expresión de la estructura, la sensualidad de los materiales y la secuencia espacial y de la luz. El primer interés estético fue el acelerar el espacio a través de las secuencias curvas (Mendelsohn) logrando perspectivas lo más largas posibles en escorzo para producir un efecto similar al usado en el cine por Kubrick. Para lograrlo, paradójicamente estudiamos primero las geometrías y su eficiencia con matemáticas y lo trazamos con las formas estructurales. Los colores y los materiales, son una cuidadosa selección de texturas y tonos que sean atemporales, con la sobriedad de un museo. Usamos el concepto de “segregación” como leitmotif de la secuencia espacial y emocional del edificio; al aceptar la llamada “compartimentación” del edificio para cumplir los aspectos regulatorios, hemos sustituido la idea del muro o ventana, por una transición intermedia, etérea en imagen y textura. Lo segregado en la terminal no es aquí peyorativo, sino emancipatorio. La intención es la de revelar sutilmente lo que está detrás, sin nunca verlo todo realmente.
Por muchas razones, es posiblemente la terminal más visionaria de América Latina. Comparada con las grandes terminales internacionales, la TB tiene algunas soluciones muy nuevas como la sala de reclamo de equipajes abierta en la nave central del edificio, la doble cubierta como cámara plena para evitar cambios en la temperatura interna, el manejo de diversas estrategias de tecnologías sustentables para reducir el consumo de energía hasta en un 38% o la estructura exo-esquelética del edificio. En la terminal, el uso de mamparas translucidas para lograr las separaciones de flujo y espera produce una imagen interna de fluidez no siempre vista en un aeropuerto.
A su vez, es un edificio muy dinámico en su interior y está planeado para crecer modularmente y duplicar su tamaño en los siguientes años. El concepto comercial es igualmente agresivo y esperamos que sea todo un éxito. Especialmente interesante para el visitante será el manejo de la luz cenital y las vistas expansivas de sus cristaleras. Pero el reto es descifrar, como cada gesto aparentemente arquitectónico del edificio tiene una función sustentable o constructiva. Por ejemplo, las curvas y filtros de la fachada principal son producto del análisis del movimiento solar y como éstas minimizan la ganancia de calor, más no de la luz.
Finalmente, el aeropuerto es un eslabón en un sistema de mayor escala que es la aviación internacional. Al entrar a la Terminal B, el usuario entra a ese sistema externo donde el edificio es representativo de una cultura móvil, que nos asoma al futuro de las comunicaciones globales.