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PRODUCCIÓN SOCIAL DE VIVIENDA RURAL

BAQ 2016
CATEGORÍA HÁBITAT SOCIAL Y DESARROLLO
MÉXICO
MARIANA ORDÓÑEZ, ABRAHAM ARAGÓN, COOPERATIVA OJTATSENTEKITINIJ

En febrero de 2013 iniciamos el proyecto “Producción Social de Vivienda Rural”, el cual consiste en encontrar formas alternas de generar vivienda digna en zonas indígenas y de escasos recursos en la Sierra Norte de Puebla, México. 

Para poder realizar este proyecto, nuestro equipo ha visitado la Sierra Norte durante 3 años con la finalidad de tener un pleno entendimiento de la forma de habitar de las comunidades locales.

La metodología de trabajo que hemos aplicado consiste en tres ejes principales:

1.- Investigación: usos y costumbres, sistemas constructivos y materiales locales.

2.- Proceso social: talleres de capacitación técnica y talleres de diseño participativo.

3.- Construcción: poner en práctica todos los talleres construyendo la vivienda diseñada.

El proyecto arrancó con 20 familias en la comunidad Nahua de Tepetzintan, sitio en donde se edificó un primer prototipo de vivienda diseñado y construido en conjunto con la población. Cuando nuestro equipo, en conjunto con Tepetzintan, demostró que las especies locales de bambú son aptas para el empleo estructural en la vivienda, la cooperativa indígena  Ojtat (quienes tienen aproximadamente 30 mil nahuas afiliados) firmó un convenio de colaboración con el cual se pretende mejorar las condiciones de habitabilidad en la región y reactivar la cadena productiva de las especies locales de bambú.

Para lograr este objetivo, se tuvo que iniciar el proceso nuevamente y diseñar  un modelo de vivienda que cumpliera con las normas operativas de la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI), quienes limitan el empleo de materiales regionales de forma estructural.

Este segundo prototipo, construido en agosto de 2016, cumple con todas las normas de la CONAVI y es capaz de recibir subsidio gubernamental en la categoría de  “Autoproducción”, haciéndolo accesible para las familias de bajos recursos. Aunado a lo anterior, ha generado un diálogo con la institución para permitir el empleo de materiales locales y sistemas constructivos tradicionales como el carrizo, bajareque, madera y palma.

Entre los beneficios de contar con modelos de vivienda diseñados de forma participativa con los usuarios y el empleo de materiales locales, podemos mencionar:

– Se reducen los costos de la vivienda

– Aumento de m² y m³ (altura interior) en los espacios

– Los pobladores tienen la capacidad de diseñar y auto construir su vivienda

– Vivienda apropiada a la realidad cultural, social y económica de la comunidad

– Propicia la cooperación comunitaria y la auto organización

– Se generan cadenas productivas de aprovechamiento forestal sustentable y se mantienen los bosques maderables

– Los usuarios, quienes conocen el material y  han recibido capacitación técnica, pueden darle mantenimiento a sus hogares

La relevancia de este modelo de vivienda, es quizá, que se ha convertido en un ejercicio demostrativo que deja claro que, cuando existe intercambio bilateral de conocimientos entre profesionales (arquitectos, ingenieros civiles, ingenieros forestales) y comunidades, se pueden mejorar las condiciones cualitativas y cuantitativas de la arquitectura. Además, estos ejercicios tienen la capacidad de incidir en las políticas públicas de vivienda del país y  mejorar la calidad de vida de zonas indígenas.

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