BAQ 2012 |
CATEGORÍA HABITAT SOCIAL Y DESARROLLO |
ESPAÑA |
RAÚL GÁLVEZ, JOSÉ ALGECIRAS |
ANTECEDENTES
En la comarca de Llanos de Olivenza, al oeste de la provincia de Badajoz, limitando al oeste con Portugal, se sitúa la parcela de referencia. En la calle Barrio de la Iglesia, en el extremo oriental de Torre de Miguel Sesmero, la parcela de geometría poligonal cuenta con una superficie de 162,63m2. Está situada entre medianeras y ubicada dentro de una manzana que se ha loteado en pequeños solares, destinados en su mayoría a un uso industrial.
Aunque la calle se sitúa a las afueras del municipio permanece próxima a su centro del que hereda sus características propias, se trata por tanto de una calle estrecha, 5m de ancho de media, y con edificaciones de menos de dos plantas de altura sobre rasante. Además se añaden dos condiciones que le dan un carácter especial. La primera de ellas, es la cercanía de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Candelaria, un edificio religioso construido a finales del siglo XVI por maestros de Zafra, con un imponente volumen que domina el horizonte del municipio; la segunda, es su condición de borde, que es aprovechada para experimentar sobre la domesticidad de la imagen de los edificios industriales que se sitúan en los puntos de charnela entre el campo y ciudad.
En primer lugar, el encargo situaba cinco viviendas de protección pública, pero en la redacción del Proyecto Básico y de Ejecución se redujeron el número de viviendas, porque el Ayuntamiento como propietarios del suelo, disminuyó el número de solares cedidos a la Junta de Extremadura por motivos ajenos a la promotora. Finalmente, el programa plantea un modelo residencial de baja densidad consiste en dos viviendas unifamiliares entre medianeras de 75m2 útiles, con dos plantas y tres dormitorios cada una.
Un hecho circunstancial anterior a la construcción del nuevo edificio suponía la demolición de una pequeña construcción tradicional agrícola con dos estancias, situada entre medianeras en sus linderos norte y oeste. En el linde norte se encuentra adosada una nave de almacenaje y en el oeste una vivienda unifamiliar.
ECONOMÍA DE MEDIOS COMO BASE DE SOSTENIBILIDAD
El reto del proyecto es sin lugar a dudas un ejercicio de mínimos, dos viviendas de protección pública para alquiler, de tres dormitorios con 75m2, 600€/m2, materiales locales, duraderos y de fácil mantenimiento.
Desde el comienzo, fue planteado como un proyecto que sirviera de desintoxicación de arquitecturas sostenibles. Por este motivo, se opta como primera opción la economía de medios y la escasez de recursos. Hemos entendido que para reducir el deterioro ambiental de las industrias que participan de la construcción de las viviendas, se deberá minimizar las situaciones de riesgo, tales como la extracción, producción y refinamiento de las materias primas, así como el transporte de los materiales.
Para reducir los efectos del transporte, se han seleccionado industrias lo más cercana posible, eligiendo materiales fabricados en la zona; reduciendo el número de industrias que participan del proceso constructivo del edificio, utilizando materiales baratos y fáciles de conseguir; y la selección de procesos elementales, fabricados con un bajo coste energético. Para la estructura se elije la combinación de pilares metálicos y forjados de hormigón y para la construcción de la fachada nos situamos en las construcciones populares tradicionales de secaderos, en las que la economía de medios incorpora implícitamente una cierta sensibilidad y una posible relación simbólica entre la construcción y su entorno.
TRANSFERENCIA DE PAISAJES INTERMEDIOS
“En el espejo me veo donde no estoy, en un espacio irreal que se abre virtualmente detrás de la superficie (…) que me permite mirarme allí donde estoy ausente: la utopía del espejo. Pero es igualmente una heterotopía en la medida en que el espejo existe realmente y en virtud de que tiene una especie de efecto recíproco con respecto al lugar que ocupo: es a partir del espejo cómo me descubro ausente del lugar en el que estoy, porque me veo allí.”
Hasta hace pocos años existía una arquitectura tradicional extremeña que entendía el valor natural y económico de su entorno y, por tanto, lo cuidaba y hacía un uso inteligente y sencillo de los recursos próximos. Estos recursos se utilizaban para obtener un confort térmico, como la utilización de gruesos muros como amortiguador térmico, la cal blanca como técnica reflectante que preserva las paredes de las altas temperaturas o la construcción de estupendas bóvedas sin cimbra. En esta arquitectura tradicional extremeña se guardaba por la noche el ganado en los establos, que se situaban de manera estratégica debajo de las habitaciones de las casas para que el calor de las bestias ascendiera y las mantuviera caliente durante la noche.
No podemos competir con esta arquitectura popular porque las condiciones de vida han cambiado y las condiciones normativas hacen que esto no sea posible. Tampoco entra dentro de nuestro planes rescatar unas formas de proceder que han caído en el ostracismo, pero sí nos parece más interesante aprender de estas experiencias y poder aportar soluciones contextualizadas a nuestro tiempo. Hablamos de una arquitectura que parte de lo hecho. Reutilizamos los viejos formatos o viejas formas de proceder para dar paso a los nuevos, utilizando la sabiduría popular para resolver nuevos problemas.
La mirada contemporánea sobre la ciudad requiere del reconocimiento de los vectores que afectan a una realidad urbana densa, que negamos museificada, obligada a convivir con discursos cruzados, que llegan a ser fracturados y disléxicos. La ciudad es como un poema abierto, que se hereda y, que cada generación tenemos la responsabilidad de dar continuidad. Pero la respuesta está condenada a ser fragmentaria e incompleta; una línea que se suma al poema, una pieza de un engranaje sin fin, porque la ciudad es un poema que nunca acaba.
El proyecto suma una línea nueva al poema, un nuevo eslabón en la ciudad, que reconoce su origen pero cuyo destino último poco le importa. La idea de sumar es la que persigue el proyecto con especial obsesión, buscando disolverse en el medio en el que trabaja. Pero su colonización es siempre crítica respecto al lugar al se incorpora. El edificio se acomoda entres sus piezas contiguas y no deja de tener ese carácter extraño con el que se suma a las situaciones. Solo la realidad compartida de tanta diversidad de objetos es lo que constituye esa difícil idea de espacio común urbano.
Intervenir mediante estrategias que respondan de forma material al contexto donde se inserta es, en definitiva, compartir y pertenecer a un lugar. Sin necesidad de recurrir al folclore. Sin renunciar a la contemporaneidad. El acercamiento, pretende establecer vínculos con la memoria y con la realidad más próxima, como un rumor continuo que pide ser escuchado atentamente.
La transferencia de paisajes es el mecanismo a través del cual el objeto proyectado adquiere propiedades o características del entorno, buscando un efecto recíproco respecto al lugar que ocupa. La condición de borde de la parcela es aprovechada para reinventarse sobre la adaptación doméstica de las construcciones industriales, que se sitúan en los puntos de charnelas entre campo y ciudad. La mirada foránea permite apreciar las cualidades de aquello que aunque cercano no es evidente. Mediante un sistema constructivo sencillo y la baja tecnología de los elementos de una arquitectura primitiva, intentamos redescubrir, de forma creativa y reformular una arquitectura industrial. La esencia constructiva de los secaderos extremeños se trasfiere de la periferia a nuestro edificio: La construcción de un volumen tamizado por las celosías de las fachadas, que permiten la iluminación y ventilación de los espacios; un forjado sanitario que lo aísle de la humedad del suelo; y habitaciones colgantes, como si de un sistema de secado se tratase.
El resto del proyecto se apoya en estrategias compositivas para resolver el programa funcional. En una parcela comprimida, las diferentes estancias de las viviendas se van haciendo su propio hueco. Cada vivienda se desarrolla en dos plantas, con una planta baja muy diáfana, donde se desarrolla la zona de día, y una escalera, libre en todo su hueco, que comunica con la planta superior. En la planta primera se sitúan los dormitorios, que “cuelgan” de la propia cubierta. En este sentido, no sólo existe una zonificación por usos, sino que esta condición diferente se traslada a las características físicas de los espacios, comprimiéndose en las zonas de descanso y recogimiento, y expandiéndose en las zonas de principal uso diurno.
La cubierta le ofrece continuidad a la fachada, incluso en su materialidad. Mediante geometrías facetadas, se comprime y se recorta adaptándose al volumen único y homogéneo de la pieza, fuertemente caracterizado por la pendiente de la calle. El edificio que anteriormente se acercaba a un contexto industrial inmediato, se levanta ahora sobre su perfil y se distancia para sumarse entre el entorno urbano y las lomas y llanos del paisaje agrario.
FACHADA SUR-CUBIERTA-FACHADA NORTE
La envolvente principal del edificio consta de una fachada sur, hacia la calle principal; la cubierta, de geometría facetada; y la fachada norte, con forma de “E” girada 90º, abierta hacia las traseras de la manzana. El resto de la envolvente es el forjado sanitario y las dos medianeras.
El paramento sur del edificio consta de una doble hoja y se construye de forma inversa a las fachadas tradicionales, con el aislamiento sobre la cara interior. La construcción exterior de la fachada sur varía según la zona: la primera opción consiste en una hoja de medio pie de ladrillo perforado con un revestimiento continuo que se aplicó tanto en paramentos verticales como en cubierta, formado a partir de resinas acrílicas impermeables de color blanco, flexible y autolavable. Una segunda opción, que consiste en una celosía cerámica construida in situ, a partir de un ladrillo local de arcilla cocida con tres perforaciones verticales. Ambas alternativas, que varían según la situación de los huecos, no se apoyan en los forjados, sino que descansan sobre una chapa de acero laminado galvanizado, con perforaciones para permitir la evacuación de agua de condensación y lluvia, y que está sujeta al forjado mediante tirantes angulares de acero.
Las celosías alcanzan el pequeño pretil para servir de conexión entre la fachada y la cubierta. Esta última, con una geometría facetada en todo el edificio, ofrece unidad al volumen tanto por su forma como por el acabado idéntico al de fachada. En un primer momento, se pensó en l construcción de la cubierta a partir de un facetado estructural, pero fue desechada por el coste económico de la obra. Por tanto, se opta por un forjado plano sobre el que se disponen los tabiques de apoyo, según el replanteo geométrico. Para ofrecer una imagen continua y unitaria a los paramentos verticales, se ocultan los canalones así como se aplica el mismo acabado.
La fachada norte, que no tiene una incidencia solar directa, ofrece una solución de celosías exteriores, no envueltas por el propio paramento, como ocurría en el caso de la fachada sur. Estas contraventas están fabricadas a partir de un empanelado de acero expandido, galvanizado y lacado en color negro, que tienen como marco de cierre una pletina de acero laminado en caliente, en forma de “L”, que son fijadas al canto del forjado mediante anclajes mecánicos. La unión de las contraventanas con el sistema de anclaje se realiza a partir de unas bisagras que permiten el giro para el oscurecimiento de las diferentes estancias.
El clima del municipio es mediterráneo, éste se caracteriza por sus veranos muy calurosos y secos, con pocas precipitacione durante el periodo estival, concentrándose éstas en los restantes meses del año, y con unos inviernos largos y suavizados debido a la influencia oceánica por la cercanía a la costa atlántica portuguesa.
El edificio tiene ventanas en la fachada norte, donde se generan normalmente los vientos a baja presión en la zona, a barlovento. Se produce una diferencia de presión con la entrada de aire en las ventanas de la fachada sur, con vientos de Abrego, a sotavento. Esto implica favorecer una ventilación cruzada que barre de forma homogénea todo el edificio y que impide la acumulación de calor diurno en verano y la renovación de aire en invierno.
Las celosías actúan de diferente forma según la incidencia del sol. En verano, la celosía refleja los rayos solares de elevado ángulo de incidencia; entonces la celosía actúa como un aislamiento térmico convencional. La radiación solar invernal, de bajo ángulo de incidencia, entra sin obstáculos. En las primeras horas de la noche, gracias al sistema de cámaras de aire, se cede el calor acumulado al espacio interior. La creación de una cámara de aire delante de los huecos permite la reutilización del aire caliente acumulado en invierno y su entrada a la vivienda mediante el sistema de microventilación. Así como la liberación de este mismo aire caliente acumulado durante el verano, mediante las aberturas de las celosías en los planos superiores, junto a la cubierta.
Para las aberturas de admisión de aire, se opta por un sistema de carpintería abatible, que permitan una abertura estable mediante un dispositivo de microventilación, mencionado anteriormente, que se sitúa integrado en el herraje del cerramiento, permanece oculto al usuario en todo momento y mantiene las hojas en una posición que garantiza un caudal de ventilación equilibrado.
FOUCAULT, Michel: “Des espaces autres”. Conferencia en el Cercle des études architecturals, 14 de marzo de 1967, publicada en Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, octubre de 1984.