BAQ 2020
PREMIO PANAMERICANO | EQUIPAMIENTO
ECUADOR
Autor: Natura Futura, Arq. Jose Fernando Gomez
Equipamiento urbano como espacio dinamizador e integrador de comunidad.
En Latinoamérica se ha prescindido del rol fundamental de los equipamientos como el vínculo entre los ciudadanos y la ciudad, impidiéndoles ejercer su derecho a la misma. Estos espacios, representan los principios de la vida colectiva, y son una herramienta para producir impactos positivos en grupos sociales.
La ciudad de Babahoyo – Los Ríos, Ecuador; región costera del Ecuador, experimenta una falta de equipamientos eficientes que cumplan necesidades integradoras dentro del casco urbano, es decir, que otorguen posibilidades espaciales, permitiendo el fortalecimiento de una comunidad.
María y Carlos, una pareja joven emprendedora de Babahoyo propietarios de un pequeño gimnasio, deciden dar un siguiente paso tras varios años de actividad. Propusieron emplear parte de la infraestructura existente de su actual vivienda de un piso en el centro urbano de la ciudad, intercambiando parcialmente su espacio residencial para hacerla productiva, cohabitando junto a él. Cómo estrategia se realizaron dos acciones; en primer lugar, se reutilizaron tabiques, vigas y columnas que inicialmente fueron pensadas para un edificio de 4 pisos, transformándola en un centro de entrenamiento físico. En segundo lugar, se establece un trueque, donde se intercambia el diseño y dirección de obra del proyecto, por acceso gratuito al gimnasio por tiempo definido al equipo de arquitectura. De esta forma se reivindica la idea de que la ciudad se desarrolla a partir de decisiones, acuerdos, trueques y emprendimientos de cada habitante.
Se plantea domesticar los espacios de interacción social y abrirlas a la calle, con la intención de que sea un lugar habitable y generador de memoria, donde el objetivo de ejercitarse sea tan importante como el de encontrarte con tus vecinos.
El proyecto se desarrolló con limitaciones de recursos, donde tanto las soluciones técnicas y materiales se las diseñaba a medida que se disponía del mismo; se podría decir la limitación fue una fuente importante de creatividad, para diseñar con lo necesario. Se incluyó la mano de obra local, materiales de la región y un sistema de estructuras híbridas-entre madera, hormigón y metal.
El proyecto se configura y se delimita por muros laterales de bloques de hormigón y ladrillo visto. Interiormente se distribuye en actividades de peso, baile, cardio, boxeo, sumado a una terraza de integración en el último piso del edificio. Esta idea de actividades heterogéneas impulsa la decisión de evitar muros divisorios – exceptuando por los baños-, generando una conexión entre actividades, horizontal y verticalmente. El frente se plantea con un sistema de celosías móvil de madera de 8m de alto, permitiendo controlar la ventilación, incidencia solar y lluvia garantizando el control térmico y la seguridad, sino que se motiva a los usuarios a un contacto más directo con el barrio.
Bardales reflexiona la manera en que se desarrollan los equipamientos urbanos en las ciudades y las condiciones habituales en que las personas se ejercitan; es una idea que dinamiza e integra a un colectivo deseoso de conectar con su ciudad y sus posibilidades de generar comunidad.