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EDIFICIO BOHIO

BAQ 2012
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO
COLOMBIA 
DAVID DELGAGO

El  Edificio “Bohío” se localiza en el tradicional y paramentado barrio la Macarena ubicado en el la falda de los cerros orientales del centro bogotano. El encargo, un proyecto de vivienda capaz de propiciar una forma de vida diferente a la de la encerrada vivienda que usualmente se realiza en Bogotá. La respuesta se da por medio de un patio que inscrito en el centro del volumen, rompe en dos el programa generando un ritual organizado en torno al vacío natural del cielo que entra a todo el espacio del conjunto.

Abajo, en el suelo del barrio, hacia la ciudad del olvidado entorno del centro, se busca renovar la zona generando actividad afuera en la calle,  por lo cual se dispone un café que permite usos nocturnos y diurnos sobre una plataforma mecánica que balconea sobre la calle. En el suelo del proyecto, aparece el acceso traslucido que deja entrever los secretos contenidos en el interior. Se vislumbra desde afuera un exterior contenido en el adentro como invitación a entrar a lo que parece ser otro afuera, un exterior interiorizado.

Aparece entonces la naturaleza domesticada por el patio y el jardín posterior. Una vez se franquea el límite impuesto por el umbral traslucido del acceso que deja ver el interior desde la calle a la vez que la vigila. Se revela entonces dos límites ampliados, atrás el jardín que recoge las aguas que bajan del cerro constituye un descenso al inframundo ubicado bajo el suelo (el semisótano) en el cual se encuentra una oficina iluminada por la presencia de un pozo de luz y agua.

La vida colectiva siempre transcurre en un exterior. La intimidad sale del encierro al encuentro con la colectividad y la naturaleza. El proyecto entonces se vuelve un contenedor de congregaciones, un espacio cedido a colectividades reunidas y naturalizadas. La forma del conjunto es la de una sucesión de espacios abiertos cedidos para el encuentro e hilvanados entre si  por el paisaje adentrado.

En el centro del hogar, en el corazón de la vida del edificio, la presencia cielo se da por medio de un recorte hecho por el patio que se escalona hacia occidente para permitir la máxima presencia posible del sol de la tarde en todo el espacio. En ese encuentro del cielo con el suelo del proyecto se genera un marco para la vida comunal y una subida al cielo donde luego aparecerá la geografía bogotana. La escalera, traslucida permite el movimiento del cuerpo a las cocinas abi

ertas dispuestas en torno al patio, mientras permite el paso de la luz y la mirada al cielo.

Todas las unidades de vida se organizan en torno al patio, sobre este se encuentran las actividades compartidas (cocinas, salas y comedores). El adentro es un espacio para la interiorización y la contemplación, es un sitio de luz y vista, un lugar de reposo y trabajo en concentración.

Arriba en el cielo, aparece el cerro y la sabana, el sol de la mañana y la tarde. Por oriente se asoman los cerros tutelares bogotanos, Monserrate y Guadalupe acompañan el amanecer de la terraza oriental en la cual se ubica un momento de meditación asociado a la naturaleza lejana del cerro y cercana del jardín que envuelve el espacio. En el otro costado, hacia occidente, la terraza mira a la sabana de Bogotá y el ocaso. Ahí donde se esconde el sol, donde se occisa el día, aparece el ritual de la noche. Un punto de reunión y festejo, un lugar donde se permite la celebración de la vida, los asados y los rituales de las fechas especiales. Atrás, al fondo, las paradigmáticas Torres del Parque de Rogelio Salmona procuran rectores de la vista lejana a la sabana y el atardecer bogotano. En ese punto las actividades más pedreras adquieren otro sentido cuando el obvio y por ende obviado paisaje aparece. La zona de ropas, compartido por todos los habitantes, aparecen ahí dispuestas en la terraza del festejo permitiendo una reunión en torno al ritualizado acto de lavandería.

Se cumple el encargo una vez se cambian las formas de vida. Se generan hábitos que permiten salir de lo habitual, se emplea el espacio para generar revelaciones de lejanías poco entendibles en la cotidianidad bogotana. Se le quita el velo al territorio y se revela como una forma de vida. Se representa la montaña con ritual de la mañana y la sabana con rituales de la tarde y la noche. El habitante se refunde en los recovecos íntimos del edificio para luego refundarse una vez se encuentra por el paisaje propiciado por la cubierta del mismo.

Las a veces solitarias calles del barrio se vuelven un de-morar de la rutina, cuando en una pausa el bogotano se puede sentar en la matera del anden o el café de la plataforma. Un proyecto pequeño que pretende grande rituales, rituales de ciudad y de barrio. Con el poco frente (8m) y largo fondo (27m) se busca generar el máximo vínculo posible entre los habitantes de la ciudad y el edificio, abriendo espacios que propicien el encuentro, el paisanaje en el paisaje. Se construy

e país desde el barrio, desde la casa. La familia, la vecindad  y el barrio se encuentran. Las técnicas se emplean en ese sentido.

La estructura se abre con una luz del mismo ancho del predio liberando la planta de apoyos para permitir la fluidez y continuidad del espacio interior. Hecho que también permite flexibilidad en la distribución interior en el tiempo, generando plantas libres. Por otro lado, las técnicas y tecnologías se compaginan para invitar a la conspiración cósmica que permite el encuentro. La rampa mecánica se presenta entonces como una forma incluyente y abierta, una forma que garantiza la accesibilidad y la inclusión. Permite al discapacitado y al carro acceder al primer nivel y al sótano pero también permite permanecer al ciudadano en una pausa de la calle, una elongación de la misma producida hacia el interior.  Se dispone en tres posiciones para permitir ritos diferentes.

Finalmente, todo el espacio se hace con muy bajo presupuesto. Las instalaciones se dejan a la vista y son inspeccionables y modificables para que en el futuro se puedan disponer mecanismos de recuperación de aguas lluvias que por efectos presupuestales no alcanzaron a incluirse en el presente. Los aparatos sanitarios son ahorradores y todos los espacios se iluminan y ventilan naturalmente garantizando un mínimo de 600 luxes en promedio en todo el conjunto.

Los materiales son austeros. Concreto, metal, vidrio y bloques de concreto prefabricados. Pocos colores y elementos constituyen la materialidad del conjunto cediendo paso a la verdadera y profunda riqueza del mismo, el jardín. La vegetación y pájaros invaden la vida humana. Estos constituyen el verdadero aporte cromático y simbólico del ritual planteado por el edificio. Constituyen una continuidad variable de vegetación que acompaña cada instante de la vida.

A pesar de que el encar

go es el de un pequeño proyecto de vivienda, la respuesta dada por la arquitectura pretende ser muy grande, gigante. Se establece un punto de contacto con la olvidada naturaleza sacada de la vida humana por el espacio urbano. El proyecto intenta ser bello no por su forma, sino por la forma de vida que conforma. Se propone una morada en el cerro, un hábitat inscrito dentro de la olvidada montaña bogotana. Se hace un vacío para vida humana reunida con partes que se traen del cerro, visuales lejanas y cercanas y, la presencia de la vegetación y pájaros retornados al espacio de la ciudad.   Hacer la vida más

natural y por ende más bella, un paisaje hecho casa, un hogar naturalizado. Ese fue nuestro proyecto y es lo que acá les presentamos.

“El paisaje no es lo que vemos, sino lo que somos.»  Pessoa citado por Rogelio Salmona.

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