BAQ 2018 |
CATEGORÍA DISEÑO URBANO Y ARQUITECTURA DEL PAISAJE |
COLOMBIA |
AUTORES:Connatural Arquitectura y Paisaje: Edgar Ignacio Mazo Zapata, Sebastián Mejía Álvarez, Sara Arteaga, Glenn Pouliquen,Santiago Hurtado, Camila Duque. |
Los parques de arena son espacios que pueden ser localizados en diferentes lugares urbanos, buscando su activación a partir de la incorporación versátil de actividades lúdicas a partir de nociones arquetípicas de espacio.
El estado espacial del proyecto se encuentra en un instante anterior a la consolidación de la arquitectura. Fragmentos de muros existentes o nuevos son perforados con vanos, direccionando relaciones precisas con los lugares de instalación. Los fragmentos de muro son apoyados sobre terraplenes, los volúmenes de arena suelta se depositan sobre muros y terraplenes, dotando de unidad el nuevo conjunto. Surge una nueva geografía siempre fluctuante, producto del acomodamiento del material plástico al uso.
El proyecto evidencia una condición de un espacio transitorio entre lo sólido y lo ligero, lo concreto y lo fluctuante transformando esta relación en la posibilidad de un escenario de juego entre arquitectura y naturaleza.
Todo parece estar en calma, todo parece estar estático, cada piedra en su lugar. Sin embargo, todo está en continua conmoción interior, en constante excitación. Los pulsos arrítmicos del deseo solo pueden devenir en respuestas entrópicas, donde no importa la energía materializada en “trabajo,” donde no importa la forma estática del objeto construido ni el volumen de vacío capturado; arquitecturas azarosas, donde la energía liberada en la ejecución permite encontrar el valor de las membranas que delimitan temporalmente el vacío.
No interesa esa porción de energía que está contenida en el material y que mantiene sus partículas en estrecha cohesión para capturar el vacío en la eternidad, interesa por el contrario esa energía que no es liberada en los procesos de ejecución del espacio, pero que tampoco es retenida por el objeto en pro de la forma; interesa aquella energía que se libera lentamente en forma de calor y ruido imperceptible, la que lentamente va permitiendo la degradación de las formas, transformando las líneas en membranas porosas y el edificio en ruina, en memoria del espacio.
Lo que nos importa es el conflicto entre la liberación de energía y la transformación del vacío, mas no el vacío en sí mismo; Lo que nos importa es la renuencia del material a ser transformado, mas no su transformación. Lo que nos importa es la erosión de las membranas bajo el influjo de los diversos agentes, climáticos y de ocupación humana.
No es la forma aparentemente imperturbable, producto del proceso constructivo la que interesa, si no la lenta o acelerada erosión de sus componentes, la ruina como acto último del construir. Esa porción de tierra olvidada que ya no será olvidada, aun cuando rápidamente volverá a ser un tenue relieve en aquel solar abandonado. Porque finalmente, la vida no tiene estructura alguna más allá del devenir y el discurrir del tiempo; cada superficie, cada volumen y cada vacío se pueden entender como una construcción cotidiana de máquinas de deseo y placer, para el discurrir de las horas, para la libre interpretación de los sucesos espaciales.