BAQ 2012 |
CATEGORÍA REHABILITACIÓN Y RECICLAJE |
MÉXICO |
ESTEBAN SUÁREZ |
A principios de los años noventa, se estableció en Acapulco una empresa española de desarrollos inmobiliarios para invertir en un hotel y en condominios. Cerraron un acuerdo con un habitante local, quien proveyó el terreno, un lote de 6.5 hectáreas sobre la cima de un cerro con vistas a la bahía de Puerto Marqués, y comenzaron la construcción de la infraestructura y de los primeros condominios.
En diciembre de 1994, al término del periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari, vino su famoso “error de diciembre”, que provocó una de las peores crisis financieras que México haya visto. Durante los siguientes diez años, la economía del país sufrió la recesión.
El grupo español abandonó el desarrollo y huyó a su país dejando millones de dólares enterrados en cimientos, calles y estructuras.
En 2004, nuestro cliente finalmente solucionó la disputa legal y compró a los españoles su participación en el negocio. Nos contactó para adaptar una de las estructuras abandonadas en una unidad de siete departamentos. El desarrollo original fue concebido en un estilo barroco mediterráneo, pero lo convencimos de adoptar un enfoque más “moderno”.
Originalmente, la estructura fue diseñada para albergar tres grandes departamentos. Las columnas se colocaron formando una retícula de 4 por 4 metros, y culminaban con cubiertas de dos aguas. Nos dio carta blanca en el diseño y las decisiones arquitectónicas, con la única condición de que el edificio aprovechara al máximo la maravillosa vista. El cliente habitaría uno de los sietes departamentos y vendería los seis restantes.
El concepto del edificio era bastante sencillo: cada departamento fue concebido como una caja miesiana amontonada en dos pilas separadas colocadas lado a lado. Se aplicaron fuerzas horizontales en direcciones opuestas para “combinar” ambas pilas y romper el eje de simetría. Las cajas fueron empujadas hacia atrás con el fin de crear terrazas para cada departamento. Como un gesto “jerárquico”, al departamento del cliente se le dio doble altura. Por último, se abrieron las cajas en su totalidad al frente, hacia la vista, y se perforaron pequeñas ventanas al azar en sus otros costados.
¡El edificio terminado estaba por completo irreconocible tras lo que llamamos un cambio extremo de imagen arquitectónica!