BAQ 2020
PREMIO NACIONAL | EQUIPAMIENTO
ECUADOR
Autor: Espinoza Carvajal Arquitectos: Arq. Kenny Espinoza, Ing. Marlon Espinoza, Arq. Santiago Espinoza, Arq. Juan Carlos Villacres, Arq. Jessica Celi, Arq. Carlos Macas, Arq. Andy Molina
El proyecto identificó variables de territorio, economía, educación y pensamiento, en conjunto con las posibilidades técnicas de la arquitectura e ingeniería, para configurar un proyecto integral. Ante todo, se debía expresar calidad, lo cual, elevado a principio de pensamiento y acción, condujo al proyecto hacia una rigurosidad constructiva y técnica en la que las prestaciones de la obra debían garantizarse en el tiempo y en función del usuario.
Estrategias proyectuales y decisiones de emplazamiento
La escala del proyecto determina sistematizar las variables para ejecutar con rigor el proceso constructivo, por lo que se determinan tres estrategias de partida:
‐ Establecer una plataforma hito de arranque de bajo impacto constructivo ambiental.
‐ Desplazar bloques independientes y regulares para ordenar el vacío.
‐ Incorporar dispositivos flexibles que se adapten al lugar y a las construcciones existentes.
El proyecto define una plataforma‐hito de arranque a 2900 msnm como la línea rectora del proyecto, estrategia inicial que integra variables naturales –topográficas, vegetales y de escorrentía– teniendo como resultado la construcción equilibrada de las plataformas de fundación de los componentes proyectados.
Por otra parte, los desplazamientos de los bloques sobre el lote responden a las preexistencias del lugar: bosque, ciudad, bloques existentes, relleno artificial existente del suelo y paisaje urbano.
A través del desplazamiento, el conjunto de componentes forma una pieza en “S” de cinco bloques ortogonales modulados a partir de espacios de retícula variable, separados por juntas y a la vez unidos por puentes, desarrollando un sistema flexible y adaptable que concentra y dirige. Si solo se construía dos bloques tendríamos catorce aulas, en cambio al desplazarlos y formar una “S” –con la inclusión de una pasarela elevada de conexión que se transforma en edificio al incorporar usos determinados– logramos construir un campus de tres bloques que relacionan de manera efectiva los laboratorios existentes, las canchas y el área administrativa. Además, esta decisión permitió incrementar el número de laboratorios, incorporar un cuarto de racks, y construir un acceso principal peatonal.
Más allá de las variables de emplazamiento, programa y objeto, el proyecto recibe del proceso constructivo una metodología que responde a eficiencia y expresión. La escala del proyecto demanda sistematizar las variables para que no se descontrolen en su dimensión constructiva y económica, lo cual plantea la cuestión de entender tanto las posibilidades de la sistematización como sus límites.
De esta manera, la decisión técnica se complejiza al entender como necesaria la conformación de un todo coherente y expresivo.
De modo que para materializar el proyecto no es suficiente la respuesta técnica, sino que es necesaria la correspondencia entre las partes que componen el objeto arquitectónico y, en ese sentido, “toda decisión técnica debía pasar por el filtro expresivo del proyecto”, aunque lo mismo podría decirse en sentido inverso: “toda decisión expresiva debía, además, ser útil”.
Se conforma así una postura de trabajo que pretende responder a la realidad sin obviar su complejidad, busca un equilibrio entre las aspiraciones del oficio ‐como revisión constante de lo comúnmente establecido‐ y los límites del encargo, entre la narrativa del objeto y la necesidad de controlar las variables que la escala del proyecto presentaba.