BAQ 2016 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
MEXICO |
PAOLINO DI VECE ROUX, FRANCISCO MORALES DUFOUR |
El concepto arquitectónico de la Capilla Filamentario es crear un esquema procesional, un recorrido perimetral que propicie el recogimiento preparatorio para el culto religioso; el esquema tradicional, axial y finito, que remata en el altar, se invierte para crear una procesión que en su recorrido toma al altar como el centro de la composición.
El emplazamiento de la capilla idealiza la dualidad de la ausencia y la presencia; es un edificio que se construye pero también se excava. Es como un hallazgo arqueológico que nos obliga a hacer un trayecto descendente que se ve premiado con la sorpresa de acceder por la espalda para mantener a la cruz atrial como el eje del proyecto.
El altar, que históricamente se posiciona al final de la procesión, se reubica esta vez al centro geométrico del proyecto, al pie de la cruz atrial, para reforzar el carácter místico de la complementariedad volumétrica y convertir así a la cruz en el culmen y el origen de todas las dualidades. Las rutas descendentes y perimetrales alrededor de la cruz son procesiones preparatorias que tienen su segunda estación contemplativa en el atrio interior, el patio de ingreso se salpica con la fuente de la fe y a su vez acompaña a la pila bautismal como preámbulo del camino hacia el interior.
Pasando el umbral de la capilla y teniendo a la cruz por segunda vez de frente, se refuerza la dualidad de lo corpóreo y de lo etéreo; La masividad del muro norte contrasta con la ligereza fragmentada del muro Filamentario, al sur; Estos frágiles y espigados elementos metálicos, casi efímeros, no sólo contrastan con los muros de concreto por su relación de masividad y ligereza sino que también por la verticalidad de los filamentos que se contraponen, con la misma geometría y proporción, a la textura de los muros de concreto estriados en el sentido inverso.
Más aún, estos frágiles filamentos, que inundan con su luminosidad el interior, entretejen una estrecha relación entre los bordes exteriores y el espacio cubierto. La luz enaltece su presencia y nos revela el volumen de la ausencia, una manifestación de que lo corpóreo y lo etéreo son parte de la misma cosa.
En el culmen del recorrido, oculto dentro del muro norte, se encuentra la capilla de la luz; un breve espacio, una capilla dentro de la capilla, que marca el clímax de la procesión y que a su vez atesora en su interior lacónicos residuos lumínicos. La sobrecogedora oscuridad toma sentido pleno cuando los escasos rayos irrumpen en el espacio para convertirse en elementos altamente contrastantes y que dan valor supremo a la esencia mística de la luz interior.
Este es un espacio de fe donde la luz se materializa en formas que la contienen y la transforman, la asimilan y la emanan para hacer una composición de dualidades en busca del perfecto equilibrio; Lo corpóreo y lo etéreo se acompañan para lograr un discurso donde lo material y lo espiritual se armonizan para formar un sólo espacio de arte y recogimiento.