BAQ2018 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
MÉXICO |
AUTOR: Edgar Velasco Casillas. COLABORADORES: Alejandro Zárate de la Torre, Edgar Velasco Casillas, Dalila Iniestra, Pablo Oñate, Carlos Ríos, Paola López. |
EL VACÍO EN EL LABERINTO
Existe una disyuntiva entre lo que podemos apreciar en la vista de la planta de un laberinto y la sensación de estar en uno, en la primera se puede percibir una lógica, una secuencia y hasta un sentido diagramático en el recorrido, en la segunda la experiencia que predomina es la presencia delo oculto y la inminente sensación de juego a que se abandona el que ingresa. Para Iñaki Avalos la casa fenomenológica es “una casa…con rincones secretos y largos corredores, constituida por una multiplicidad inaprensible de habitaciones cuya organización fuese similar a la de un espacio laberíntico”. La casa condensa el laberinto alrededor del patio, los espacios se crean al intersectar cinco volúmenes alrededor de éste, donde las yuxtaposiciones de estos crean todas las atmósferas que se brindan, la casa así crece alrededor del árbol, se acumulan una serie de experiencias espaciales acrecentadas por la luz que ingresa desde diferentes ángulos y que tamiza los muros de concreto blanco. La fachada se estructura en tres cuerpos, las distintas áreas que delimitan el patio se suceden y multiplican entre sí. El contraste tectónico es contundente: concreto blanco aparente, piedra volcánica y mármol travertino. La vivienda sugiere un recorrido laberíntico entre un espacio central que se desdobla. El recorrido pondera circulaciones libres, con amplias vistas y ventanas de piso a techo hacia el jardín posterior. Los espacios se multiplican y dinamizan por su imbricada modulación. Hermética hacia afuera, la vivienda conserva una proporción ortogonal en sus cuatro lados aprovechando el terreno y engarzando dos niveles con un sótano. Tanto las generosas alturas como los volúmenes desfasados provocan lecturas entre líneas. El adentro se disipa reinterpretando lo público y privado de la vivienda tradicional. La yuxtaposición del programa también facilita la versatilidad de funciones, encuentros e intenciones. El recorrido enarbola raíces en el espacio que convergen en el árbol que funge como péndulo. De tal forma, su trayectoria amalgama cada una de las partes y resulta divergente por su jerarquía. Acumula experiencia, asimila luz y sombra, indirecta y natural. La memoria se construye día a día fomentando lienzos y espacios que restituyen cimbras en concreto. La casa CEFR motiva este cambio, de habitar en torno al ideal fundacional, a la raíz del laberinto y al volumen perforado por apropiación natural, el programa obedece a una casa para el retiro de sus habitantes, donde la tranquilidad es la sensación más anhelada, de ahí nuestras intenciones de privacidad y ensimismamiento.