BAQ 2020
PREMIO PANAMERICANO | VIVIENDA UNIFAMILIAR
MÉXICO
AUTORES: LAAR, Arq. Diego Andrés Lizama Azcorra, Arq. Andrea Cecilia Alcocer Carrillo
Casa en el Árbol es el manifiesto de los sueños de una niña que creció trepando ramas en una antigua casa de mampostería. Muchos años después, el contexto cambió, pero los árboles y piedras de aquella época continúan hoy plantados como testigos de la historia, convertidos ahora en protagonistas y acompañantes de aquel sueño.
Ubicada en el corazón del municipio de Yaxkukul, Yucatán, Casa en el Árbol es una casa de retiro diseñada en el predio que ocupaba la antigua casa familiar, hoy en ruinas, de su propietaria. El proyecto es concebido como un solar, una tradicional casa de pueblo yucateca, que concibe el espacio abierto como el universo de vida de sus ocupantes, llamado patio. Consiste en un gran espacio libre donde los vestigios de la antigua casa, las sombras de los viejos ramones y los deseos de una antigua niña organizan un dinámico programa arquitectónico, a partir de dos nuevas sombras: la de una losa de concreto flotante y una cubierta de paja.
A nivel del suelo se logra una planta libre en donde la naturaleza ordena y transforma constantemente al programa arquitectónico alrededor de una terraza que conforma el acceso principal. Esta terraza de color azul que hace referencia al piso original de la antigua vivienda, está delimitada por los vestigios de los muros, a partir de la cual crece una escalera franca, cuyo destino parecen ser las copas de los árboles, y que desemboca en una terraza cuyo techo es la intersección de las copas de los cinco ramones.
La zona privada, que le da nombre al proyecto, se suspende serenamente como un volumen macizo y transparente entre las ramas de los cinco viejos ramones existentes en el patio, que flota sobre las ruinas de los viejos muros de mampostería que confinaban a la antigua vivienda de la familia y que en conjunto crean un escenario heterocrónico como en un sueño, donde los universos y el tiempo son paralelos y coexisten.
Una vez arriba se devela un espacio translúcido que conduce al habitante a través del ritmo de la celosía de madera y la simpleza estructural creando controles de permeabilidad de los espacios públicos hacia los espacios privados, vislumbrando el contexto exterior y convirtiendo a la casa en un mirador. El corazón del espacio es un árbol ramón cuya presencia transforma la perspectiva pues delata su intimidad al hacer accesibles las cúspides de sus ramificaciones creado una relación simbiótica con el ser humano, pues ambos son protagonistas que cobijan el espacio.
Se potencializan los elementos naturales dotando cobijo térmico: los techos verdes provistos por las copas de los árboles y la piel envolvente de madera que en conjunto actúan como un filtro, pues permean la incidencia de los rayos solares permitiendo una ventilación natural constante que atraviesa todos los espacios habitables y un juego de luces al interior de la vivienda que va cambiando con respecto a la hora del día, favoreciendo el disfrute del ambiente natural como factor imprescindible de la experiencia lúdica.