BAQ 2016 |
CATEGORÍA HÁBITAT SOCIAL Y DESARROLLO |
VENEZUELA |
ALEJANDRO HAIEK COLL |
Paisaje doméstico producido a partir del entendimiento de la movilidad en la discapacidad motora, construido en la comunidad con los trabajadores e inteligencias locales y las necesidades de ambos de sus habitantes
De la noción de espacio hacia la de ambiente.
«Quisiera q mi casa sea espaciosa y rosada, quisiera q fuese ventilado y fresco, que me proteja de los mosquitos! Pero, en especial, que me permita llegar a la calle». (Luz Marina Ruiz)
Gladys y su hija Luz Marina viven en Enmanuel, en la comunidad de «Los sin Techo», un barrio periférico con un clima agreste al norte de Barquisimeto, la tercera ciudad industrial de Venezuela, en un clima agreste del occidente precordillerano de Venezuela. Luz Marina tiene movilidad reducida y las condiciones topográficas del barrio y lo accidental de su parcela le ha impedido por un poco más de una década acceder a la calle, movilizarse fluidamente y tener autonomía. Gladys, por el contrario, se desplaza largos trayectos para llegar al trabajo, donde lo poco que obtiene debe invertirlo en transporte y para atender al comedor comunitario, donde con una porción individual comparte con Luz al medio día y también la cena.
El proyecto trabaja sobre la idea de construir un paisaje doméstico como respuesta a estas dos solicitudes: una superficie continúa para permitir el desplazamiento de Luz Marina hacia todos los ambientes y unidades de servicio de la vivienda, y, simultáneamente, un suelo productivo con unidades programáticas flexibles que amplifican dos actividades comunes de Gladys como lo son la siembra y los servicios de lavandería.
Movilidad conectividad y accesibilidad
“Solo necesito un apoyo para poder moverme, no me gustan las sillas de rueda, tampoco la andadera. Es muy alta, tengo a tomar de la cintura de mi mamá para movilizarme.. «
El reto de construir la casa se plantea a partir de una discusión respecto a la ausencia de innovaciones técnicas para personas con movilidad reducida en barrios y asentamientos emergentes. Establece una crítica a la estandarización de la vivienda social moderna y a la falta de atención hacia lo particular, lo específico de la discapacidad motriz.
La casa se implanta en un delicado equilibrio entre el porcentaje de pendiente posible para introducir una rampa en una parcela medianera de menos de 25 metros de profundidad y un desnivel -2.10 metros por debajo de calle.
La rampa de acceso alimenta 4 unidades programáticas independizadas y protegidas por una cubierta térmica visitable. Estas cuatro unidades se contorsionan partiendo de una retícula ortogonal de vigas y correas de techo hacia una planta orgánica que fluye hacia los perímetros y respira por 3 patios alternos.
La casa y su dimensión colectiva
El colapso entre la atmósfera pública y la privada de la casa no ocurre en la línea de fachada ya q se abate como plaza pública y entra hacia uno de los patios que pasa a ser de juegos. Luz Marina puede recorrer la casa a partir de circuitos cotidianos de ocio y servicio pero también puede derivar en nuevos paisajes domésticos.
La casa es una expresión formal de esas condiciones técnicas pero también de la imprenta en su piel de la casa anterior, que ha sido mapeada como preexistencia y empleada para encofrados perdidos, losas colaborantes y cerramientos modulares. El material anterior es reprocesado; puertas y ventanas permanecen en una nueva morfología. La primera es extruida de su lugar original hacia la calle, la segunda girada de su axis original para ahora ser patio; los programas se reorganizan y articulan nuevamente en su misma posición, manteniendo las relaciones con el ecosistema del lugar. Cada tabla, lamina, perfil e incluso tornillo desmontado es cuantificado y numerado en un inventario riguroso sobre lo obsolescente. Un ejercicio de demolición consciente y no de tabula rasa. La casa se contorsiona sobre sí misma. El mobiliario se reutiliza con toda su componente y espectacularidad escenográfica. Es una misma casa, sus cosas siguen ahí. La vieja estructura es fragositada por la nueva estructura q readecua de acuerdo a las fuerzas y a las nuevas transacciones un nuevo patrón de movilidad y habitabilidad. El tiempo es incorporado. La casa no se entrega, se habita desde el primer día, experimentando de forma directa su transformación, que en la mayor parte de los casos es salvaje y avasallante. Llega la arquitectura, llega el soporte, llegan también los problemas. No hay referencias posibles, Luz y Gladys ahora ficcionan a diario sus modos de vivir.
«Quisiera sembrar por toda la casa!
Las gallinas siempre me las comen» (Gladys Ruiz).