BAQ 2016 |
CATEGORÍA REHABILITACIÓN Y RECICLAJE |
ARGENTINA |
PABLO FIDEL RESCIA |
Mucho se ha investigado y hablado sobre el chalet marplatense. En general se manifiesta como la forma arquitectónica representativa de la ciudad jardín, aunque para ser sinceros su reducción a los parcelamientos característicos de las ciudades bonaerenses, representan mas un viaje del cottage ingles y la campiña francesa a la retícula de la ciudad pampeana, representando una ilusión de clase media mas que una respuesta a la problemática urbana de la vivienda.
¿Que gana y que se pierde en este viaje de ilusión?
Gana la exhuberancia de materiales nobles exhibidos en toda la técnica de los maestros albañiles, sobre todo en la característica piedra de Mar del Plata. Pierde en que su espacio interior esta cercado entre medianeras, con un volumen de espacio interior disminuido en contraste con su volumetría exterior ambiciosa.
Sin embargo en el primer encuentro con este chalet del año 1948 se destacan algunos rasgos singulares, como la presencia de un patio interior, la ubicación de un núcleo húmedo estratégicamente ubicado y la holgura del estar-comedor, inédita para la época.
Desde allí y pensando en la casa con tres patios de Mies (casi contemporánea a este chalet) se desarrolló la intervención, convirtiendo a cada uno de los vacíos de la casa (el retiro de frente, el patio interior, y el patio de fondo) en los referentes del espacio interior, cualificándolos de diferentes maneras.
Se decide que el patio interior dividiera el gran espacio del estar y el lugar de cocina comedor. El primero es pensado con diferentes equipamientos según la actividad, como un lugar en relación al fuego, otro en relación a la calle, caracterizado por el techo de vidrio ;que divide la fachada nueva de la vieja; y otro como un lugar en relación al patio interior, de uso informal que permita para incluso comer. Al otro lado del patio el espacio de comer y cocinar es enhebrado con el estar y el patio, no solo por las visuales sino también por un banco corrido que los atraviesa.
Toda la secuencia remata en el patio de fondo, caracterizado por el volumen de parrilla que le da fachada y la prolongación de la mesada que lo transforma en una extensión del espacio de comer.
Un nuevo eje circulatorio atraviesa estos ambientes desde el acceso nuevo, situado como articulación entre la fachada original y la ampliación, manifestándose ambas con su propia lógica de composición y materialidad, con énfasis en “marcar” el tiempo de la intervención.
Este eje circulatorio es separado de la parte privada de la casa por la ubicación de los servicios que en planta baja, separa la habitación y la escalera y las habitaciones de los niños en planta alta. Este volumen es separador y filtro a la vez de la luz que proviene del patio central, tamizado por el plano de vidrio traslucido coloreado que divide baños de circulación.
El volumen interior se ensancha por la demolición de los cielorrasos interiores descubriendo las enormes cabriadas de pinotea , dejadas como rastro de la vieja construcción, a modo de señales del paso del tiempo ,contraponiéndose a la nueva intervención dominada por amplios ventanales, el color blanco, y el calidoscopio naranja que forma la pared de vidrio de los núcleos sanitarios.
Este descubrir y potenciar este anónimo chalet se convierte en la estrategia de proyecto, sin renunciar a distinguir lo contemporáneo de la intervención, y reflejar la nostalgia de aquellos patios “modernos” miesianos.