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CASA V

BAQ 2016
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO
COSTA RICA
IVAN DELGADO, M. FERNANDA MATAMOROS, CRISTIAN ALVAREZ, CARLOS JIMENEZ

En nuestro contexto académico parece partirse de que debemos desaprender muchas nociones  previas sobre nuestro entorno construído para aprender a hacer arquitectura.  Pero nos movemos entre dos tradiciones de la construcción, la institucionalizada y la “informal”; ésta última representa la mayoría de lo construído en el país, por lo que vale la pena preguntar:  qué conocimientos significativos logran decantarse hasta el presente cuando existe desde antes que nuestra educación formal en arquitectura ? Cómo se transmite este conocimiento -las instrucciones para estas construcciones se dibujan o se narran-? Al final, cómo desaprendemos lo que no comprendemos ?

La casa se sitúa en un caserío rural donde probablemente nunca ha trabajado un arquitecto, rodeada de construcciones informales de varios tipos: residencias de muchas décadas, lecherías, bodegas y corrales (que tienen una sola forma de hacerse) y las frágiles que aparecen y desaparecen sin dejar rastro, como las ventas de frutas a la orilla de la calle o las coberturas de los cultivos.   La ingenuidad asociada a esas construcciones y que las aparta de la mirada del arquitecto  se puede perder para siempre en la academia, por esto es difícil lograr los efectos de la arquitectura “pobre” como las hendijas en la madera por donde se cuela la luz hacia adentro o hacia afuera según sea de día o de noche, las partículas de humo y polvo suspendidas en el aire atrapado entre sus límites, la penumbra de la madera vieja y el control total que dan las contraventanas, no así el vidrio extensivo y la luz abrumadora.

Como casa de dimensiones mínimas apenas incorporará un recorrido en su interior, más bien será el destino y resumen del desplazamiento necesario para que la dueña se terminara de mudar al sitio, los viajes  que implicaron anticipación y nostalgia hasta volverse la residencia definitiva; es una colección de los hechos construídos vistos durante esos viajes.   Una casa “a dos aguas”, dimensionada en varas, con portones de tablas traslapadas que ofrecen varias posibilidades de control para la cambiante luz y temperatura.   Los toldos del corredor y las losas de los dormitorios hacen que la luz rebote dos veces, se tiña de color y pierda calor antes de ingresar, esto permite relacionarse con los ciclos naturales de manera directa, porque se acentúa la luz azul de la mañana y la naranja de la tarde para levantarse y acostarse temprano; poder ver la luna en sus puntos bajos en el cielo también es posible desde el dormitorio principal gracias al cielo de policarbonato en forma de V.

Para la dirección de la obra fue indispensable la comunicación personal con los constructores y una maqueta detallada que funcionó mejor que los planos.

La dueña (Doña V., una cocinera incansable) ocupaba una casa que pudiera construírse con los ahorros de su retiro (resultó en $ 400 por m2) y que alojara su fuerte personalidad y los recuerdos de su vida sin preocuparse por pedir la opinión del arquitecto para ocuparla a su gusto.

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