BAQ 2010 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
COLOMBIA |
LORENZO CASTRO |
La singularidad de esta propuesta se basa en la construcción de una pequeña comunidad de 13 casas, que preserve, proteja, complemente y aumente, el patrimonio ambiental de los cerros de Suba para la ciudad de Bogotá. El cuidado consiente de la vegetación del bosque alto andino, la siembra de especies nativas, la presencia de frutos y flores que atraen la avifauna, permitir el crecimiento de ciertas especies consideradas maleza, el tratamiento integrado de la arquitectura y el agua, permiten no solo una mayor biodiversidad sino también una apuesta paisajística que se aleja del jardín convencional.
Para lograrlo, la comunidad renuncia a tener los garajes debajo de las casas para dar paso a senderos peatonales que comparten el espacio con el bosque. Estos senderos, y el conjunto en general, protegen la oscuridad de la noche como un regalo, que solo se ilumina al paso de los paseantes.
No se determinan límites de los lotes que demarquen la propiedad, por el contrario, se logra que la casa sea atravesada por la naturaleza, que el solar pueda ser recorrido abiertamente a partir de la transparencia total en la puerta de entrada y del primer piso, donde se ubica la zona social y de cocina. Esta relación propicia puntos de contacto de las familias a través de las actividades desarrolladas en un piso transparente y visible. La casa logra su privacidad en los pisos superiores con la altura sobre el nivel de tierra.
En el interior, la casa es una receptora permanente de lo que sucede en el exterior, al captar los cambios de la luz sobre las paredes de concreto ocre a la vista, para atrapar constantemente atmósferas cambiantes. Los espejos de agua reflejan en el espacio interior, el sonido del agua que cae de la gárgola cuando llueve y el sol de la mañana sobre las losas y paredes de concreto.
Es así como este proyecto avanza sobre la arquitectura bogotana —cerrada, penumbrosa, paranoica de seguridad, con marcados barreras interior –exterior, determinada por el uso del carro particular — y permite que la vida en común se vea transcurrir sin interrupción dentro de un ámbito de naturaleza urbana.