PREMIO PANAMERICANO | ARQUITECTURA MINIMA
Autor/es:
Amezcua – Gabriela Mosqueda, Aarón Rivera, Rodrigo Lugo, Miguel González, Saraí Cházaro, Víctor Cruz, María García, Mauricio Miranda, Julio Amezcua.
La Cueva Fotocatalítica es un proyecto ubicado 12 metros por debajo de una casa, al poniente de la Ciudad de México, zona donde es común encontrar cuevas creadas décadas atrás, a efecto de extraer arena como material para la construcción.
Con el propósito de aprovechar este hueco natural, se diseñó y trabajó en conjunto con el cliente y su equipo de proveedores y construcción, haciendo evidente el diseño de Amezcua, para lograr un espacio lúdico sin igual. Un lugar que también tiene la intención de generar experiencias de estilo de vida para la clientela inmobiliaria de MM.
Para lograr tener un espacio habitable, perdurable y mutable se llevaron a cabo varias acciones: la primera, fue asegurar el lugar estructuralmente, colocando dinteles metálicos apoyados sobre columnas. La segunda, fue tallar los techos para ganar altura y distribuir las fuerzas de carga, además de guiar adecuadamente los escurrimientos naturales de agua. Por último, se redujo la humedad, con técnicas pasivas como la circulación natural de aire y con equipos activos como inyectores y calentadores. También se utilizaron dos cubiertas retro-iluminadas de Krion, material termoformable que hace catálisis al contacto con la luz natural o artificial y actúa como purificador de aire y difusor de luz.
El proyecto se compone por cuatro galerías expuestas y una aislada. Al entrar, lo primero que se ve es una de las cubiertas retro-iluminadas que se asemeja en su forma a un alcatraz, y que, por sus dimensiones e intromisión en el techo, cuestiona al invitado sobre el espacio al que se adentra. Esta pieza remata la galería de acceso y la distribuye entre la cocina, que está equipada para servir cenas de hasta 12 comensales y la sala de TV, cuyo sillón curvo fue colado siguiendo la forma del muro. Al mismo tiempo, logra un juego de reflejos con los espejos de los closets y protege visualmente el acceso a sanitarios, donde la pieza principal es un lavabo de concreto con marmolina colado con una cimbra especial del artista Rodolfo Díaz Cervantes de Taller Tornel, cuya textura remite a los estratos de la cueva.
Más adelante, la galería que separa la sala del comedor tiene, de un lado, un pequeño sitio para fumar puros o tomar una copa y, del otro, el área de cava y café. Al fondo se encuentra la galería del comedor y acceso al mirador, en la cual se encuentra adosada al techo la segunda cubierta retro-iluminada, que baña la mesa de luz y emula el efecto de una radiografía, exhibiendo una serie de cuadros colocados por el propietario, siguiendo la recomendación del artista Emilio García Plascencia, los cuales cada uno lleva una intención escrita.
La belleza de este lugar, está en la lectura del tiempo que se observa en los estratos de sus muros y en la intervención que suaviza el espacio, transformándolo en una cueva que señala los avances en diseño, usos y tecnología que se han dado en los miles de años que el ser humano las ha utilizado.