BAQ2018 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
Perú |
AUTORES: Carlos Marcello Berolatti de la Cuba, Daniel Málaga Montoya, Juliana Zegarra Ballón Quintanilla.
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Proyectar una Capilla, tiene una connotación especial, porque no solo tiene que ver con las personas y su forma de adueñarse de sus ambientes, sino con su espiritualidad.
En este contexto, nosotros, creyentes confesos, pusimos a Dios Padre como objetivo central y a Jesús, como único camino para llegar al Padre, que es además lo que la catequesis católica enseña.
La configuración espacial de un templo católico tiene una distribución más o menos establecida: El Presbiterio, el espacio más importante del recinto, en este está el altar, el ambón de la palabra y la sede, donde se sienta el celebrante.
Después está la nave donde están los feligreses, dejando un camino central desde el ingreso hasta el presbiterio, llamado camino procesional, el atrio al ingreso, la sacristía al costado del presbiterio y una pequeña capilla adosada donde se preserva el Sagrario.
Este es el programa, 500 personas la capacidad, pero estos datos son fríos si consideramos además que esta capilla está ubicada en un cementerio y que las personas que se acercan a ella, tienen mucho dolor en el corazón y lo que buscan es el acogimiento amoroso del creador.
Difícil encargo para un arquitecto: construir un recinto donde sea propicia esa relación espiritual entre la persona –casi siempre sufriente- y el ¨Padre bueno¨ que la espera. La propuesta pretende entonces ser una oración, un reconocimiento de las limitaciones humanas, expresadas en la pesadez de los muros laterales, pétreos , los que expresan cómo la propia naturaleza humana y su mundanidad, se aferran a lo terrenal, en este reconocimiento está el punto de partida para poder emprender el camino de salvación. “El secreto de toda sabiduría –escribió San Agustín– está en conocerte a Ti, Señor, y en conocerme a mí”. Entonces el segundo paso será conocer al Señor Jesús, así nos acercamos a Él poco a poco, cada paso es un crecimiento, por eso la cobertura de la capilla está configurada por un plano seriado que va ascendiendo hasta encontrar el presbiterio, estos pasos son torpes y toscos como la textura del material. El fin del recorrido procesional solo es posible con la oración, con la vista y el deseo puesto en el Señor.
En el presbiterio es donde el Señor se nos manifiesta a través de la liturgia de la palabra y la liturgia de la Eucaristía. Recogiendo el ¨Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino tendrá la luz de la vida¨ (Jn. 8:12). Por esto es que dejamos que la luz natural, sea la protagonista, dos temas de luz: uno, el principal, la cenital, la que baja del cielo, la más fuerte; la segunda la luz lateral, ingresa por los paramentos verticales, es la luz que refleja la Iglesia, santa y pecadora, por lo que su luz es filtrada por esa piedra. Todo remata en el muro testero, otra vez humano, rugoso, fabricación nuestra, imperfecta, que cobra sentido solo gracias a la misericordia del Señor Jesús.