BAQ 2014 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
PARAGUAY |
SOLANO BENÍTEZ V, SOLANO BENÍTEZ B, GLORIA CABRAL |
En guaraní mandu’a significa recordar, y esta fue la labor que nos impusimos cuando una obra a medio concluir nos fue encomendada; nuestros primeros recuerdos los esenciales nos definen a lo largo del transcurso de nuestra vida, signada esta, por el cambio como motor de nuestra existencia en la que el pasado tampoco para de cambiar.
En lengua española la palabra recuerdo proviene de re-cardio, volver a pasar por el corazón, implica que los hechos que nos suceden se fijan por afecto y afectándonos en lo profundo de nuestra esencia son.
Somos nuestros recuerdos, somos los seres que recuerdan, y construimos sobre esos recuerdos como materia prima.
Ante una construcción previa, este diálogo se intensifica, cada techo, cada muro proyectado, busca el proteger ante la intemperie que se muestra transversal a nuestro medio humano, custodiándonos de los rigores que arrecian nuestra existencia, el del sol y las lluvias, el de la economía y sus eficiencias, y el de nuestros haceres que nos permiten y construyen el ser colectivo.
En mandu’a nuestras acciones se pro eyectan desde aquí.
Una ventana horizontal recorre las fachadas que iluminan y ventilan, distribuyendo aire y luz de manera homogénea, cortando jambas, rellenando dinteles, eliminando destellos que encandilan, Relacionándonos sin jerarquías con el paso de los días sobre el arroyo, con el paso de la gente sobre la calle.
Construimos en el interior los in-muebles que nos integran, que evaden la segregación, que constituyen secuencias de visita y recorridos por las personas que se convocan en labor, losas como mesas, trancadices como cajas y estas como biblioteca que retoman los fragmentos de la demolición necesaria para dar cabida al trajín de esta editorial.
Un único recinto interno se hace de puerta, en custodio de la intimidad.
El acceso es al predio, inicia en plaza, convoca desde el primer paso al quedarse, arbolitos, rumores y un ascenso que juega con la gravedad hasta alcanzar la puerta que sólo pretende el abre, este umbral desde donde se radican las sombras, se construye de árboles y canceles que invitan al aire en ventilación cruzada, a renovar el clima al interno.
El suelo cerámico no discrimina interiores ni exteriores, se extiende incluso hasta los servicios que puestos fuera y a la sombra jerarquizan el acceso y se preparan para un futuro contacto al cielo de enredaderas que acondicionan al zenit.
Antiguas mamparas liberadas de su vocación de encierro, se transforman en pizarras que se pueblan de notoriedades a compartir y de antiguas urgencias.
La obra como los recuerdos ya no están solo ahí, nuestro pasado nos permite en reflexión recordar un futuro que rebosa de oportunidades, losas cerámicas extienden lo interno, macetas curvas sirven como señal en planta o como matriz para prefabricar paneles que hacen en sumatoria muro, que señalan y extienden la fachada hasta trasladarnos al lugar de acceso, las instalaciones expuestas exponen su vocación de cambio y la obra reinicia la espera de convertirse con el paso del tiempo de nuevo en obra, de nuevo en obra de nuevo en obra.