BAQ 2010 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
ARGENTINA |
MONICA BERTOLINO, CARLOS BARRADO, AGUSTIN ROVARETTI |
Se trata de 4 pabellones (en este caso quincho / asador) que conforman un área de actividades complementarias a un sector de alojamiento (apart hotel), dentro de un complejo turístico, “El 44,”aledaño al cerro Uritorco en las Sierras de Córdoba.
Nuestra intención fue interpretar el lugar y el programa desde todas las condicionantes.
Sacar provecho del paisaje natural tratando de inferir claves que pudieran luego ser operativas para la propuesta.
Entendimos que un pabellón de servicios (quinchos / asadores) deben tener una expresión simple, pero contundente, recurriendo a formas puras, utilizando los materiales reconocidos del lugar, con una distribución funcional clara que permita al usuario apropiarse del espacio inmediatamente, sentirlo como suyo, evitando justamente la estandarización propia de los complejos turísticos. Es decir darle la identidad suficiente y la libertad de interpretación para que cada uno lo entienda desde su perspectiva. Su estancia debe ser la que buscaba.
El uso de los materiales fue un tema a reflexionar, quizás el más relevante. El uso de materiales del lugar o asumidos como del lugar, se hace necesario, pero utilizados con un criterio tanto tecnológico como visual de forma contemporánea.
Creemos que es interesante presentar el contrapunto y comunión de los dos paisajes, tanto natural como cultivado, como de las técnicas constructivas tradicionales-regionales, con las modernas.
Cuatro plataformas aleatoriamente ubicadas contra un borde artificial dio origen a la distribución en el terreno de estos cuatro pequeños pabellones, que con una clara orientación norte permiten aprovechar al máximo la ventaja tanto climática como visuales (permitir la vista hacia el cerro, como hacia los mogotes y también hacia el paisaje inmediato). Contra el talud se recorta un muro articulado de piedra (utilizando un lenguaje cromático propio del lugar) este nos permite ordenar funcionalmente estos cuatro pabellones dándole diferentes medidas a cada uno, a los efectos de dar la mayor flexibilidad de uso en cuanto a cantidad de personas que lo requieran.
Tres pequeños núcleos de servicios (dos baños y un deposito) hacen las veces de separadores que permiten que funcionen independientemente, pero también dando la posibilidad que en algún momento estos se comuniquen entre si.
Un plegado de hormigón horizontal hace las veces de cerramiento superior (losa) soportado por pequeñas columnas de acero que junto con el cerramiento vertical (carpintería –vidrios) sumamente etéreo, genera un contrapunto, dándole una sensación de liviandad a un material pesado.
En definitiva, lo que entendemos por un quincho –un plano horizontal a manera de umbráculo- debimos confrontarlo con las condiciones del lugar, razones climáticas (viento. frío, sol. etc.), naturales del campo, nos llevo a producir este cerramiento que, si solo lo entendemos como tal, desvirtuaría el sentido primigenio del quincho “umbráculo” Por lo que enfatizar esto (lo pesado suspendido) nos lleva a una manera mas creativa de dar respuestas a realidades que toda arquitectura debe tener en cuenta.
Un muro de piedra y cemento en el que se soporta el asador materializado con los mismos materiales, piedra y cemento –hormigón que junto con la losa hacen un todo. Los servicios, una caja de madera, que al entrar descubre un interior homogéneo, un único material (paredes, piso, techo) determina su imagen, pasando a un segundo plano la real actividad que se desarrolla, (sanitario)
Entendemos que la arquitectura debe producir sensaciones, esa misma sensación que nos produce estar bajo un árbol donde las lógicas racionales a simple vista parecen no existir.