BAQ 2010 | |
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URUGUAY | |
FÁBRICA DE PAISAJES/ F. AYERRA, M. CASTAINGS, M. COBAS, F. GASTAMBIDE, J. LANZA, D. PÉREZ. |
PRESENTACIÓN GENERAL DEL PROYECTO Y SUS ETAPAS
ACERCA DEL CONTEXTO, ENTENDIDO DE MANERA AMPLIA, Y EL SURGIMIENTO DEL PROYECTO PRESENTADO.
El proyecto del Parque Artigas de la ciudad de las Piedras (segunda aglomeración urbana en tamaño y población del Uruguay) surge a partir de un Concurso Nacional de Ideas y Anteproyectos que requería re formular el espacio público mencionado y su entorno inmediato. Este entorno, totalmente desestructurado en lo referido a sus características urbanas, está compuesto, a grandes rasgos, por un tejido periférico de baja densidad y un par de equipamientos públicos de cierto porte para la escala de la ciudad (un hipódromo y una cancha de fútbol). Con un área aproximada de 15 Hás., el espacio verde del parque sirve de bisagra entre tres zonas bien diferenciadas: el centro histórico y comercial de Las Piedras al oeste, áreas de producción hortifrutícola al sur y sureste, y crecimientos urbanos de las poblaciones de menores recursos al norte y noreste.
Pero su principal característica distintiva no es su carácter suburbano, o su función articuladora entre tejidos diversos, sino el hecho de constituir el escenario donde se sucedió el desenlace final de la batalla más importante de la Gesta Libertadora Oriental, la Batalla de Las Piedras, acaecida el 18 de mayo de 1811. En ella, las tropas del General José G. Artigas, en adelante conocidas como el Ejército Nuevo (un ejército sin formación militar, constituido a partir de la cooperación de una diversidad de etnias y grupos variados) vencieron a las tropas del español Posadas, constituyendo la primera gran victoria militar de la lucha independentista en el Río de la Plata.
La ciudad de Las Piedras pertenece hoy al Departamento de Canelones, limítrofe con el capitalino de Montevideo. Es un Departamento que, a pesar de sus riquezas naturales y productivas, vive una frágil situación económica, fruto de una historia reciente de malas administraciones comunales e incorrectas inversiones públicas. Sumado a esto, y por ser un territorio muy diverso, compuesto entre otras por áreas dependientes de la conurbación capitalina, áreas costeras con vocación turística (en decadencia) y áreas con los índices productivos agrícolas más altos del país, posee un problema cierto de ausencia de identidad clara. Frente a esta situación heredada, una de las preocupaciones centrales de la presente administración comunal ha sido trabajar en la reformulación y afianzamiento de una identidad propia del “canario”. Para ello, una de las herramientas utilizadas, en lo territorial, ha sido la del concurso de ideas, cuyos productos sirven de insumo para un posterior desarrollo de proyecto que involucra la participación de los pobladores locales. El presente proyecto ha intentado aprovechar y exacerbar dicha lógica, planteándose mucho más como una sucesión abierta de posibles operaciones que necesitan una energía mínima para desencadenarse, que como un proyecto cerrado y concreto.
ACERCA DEL PROYECTO EN SÍ MISMO Y SUS ETAPAS DE DESARROLLO
Debido a las condicionantes económicas antes descritas, el presente proyecto se propuso, mucho más que como un micro plan ordenador o un proyecto urbano-arquitectónico, como una agenda abierta de operaciones, que se fortalecían en conjunto, pero podían ser desarrolladas independientemente. Un proceso que podía ser etapabilizado fácilmente, y articulado de variadas maneras, lo que le otorgaba una máxima flexibilidad. El único requerimiento era la presencia de la única pieza arquitectónica de mediano porte, el Pabellón del Bicentenario, en una de las etapas iniciales.
De esta forma, se organizó una estrategia tentativa, compuesta por cuatro etapas.
La primera de ellas, que se ha concluido recientemente, y se presenta a continuación, incluía el desarrollo del Pabellón del Bicentenario y su entorno inmediato. y la operación paisajista de los 1000Árboles de Artigas.
La segunda incluye el desarrollo de otras dos operaciones, combinando nuevamente una más arquitectónica y una más paisajista: “la trama de fogones” (micro-equipamientos de ocio de usos múltiples), y el “parque silvestrado” (operación de gestión vegetal del parque) que se detallan oportunamente.
La tercera incluye la puesta en funcionamiento de las áreas nombradas como “el jardín” y “el corral”. El primero incluye el denominado “Patio de los ciruelos” y unas instalaciones deportivas y de servicios de pequeño porte, y el segundo unas instalaciones de cuidado de caballos y circuitos de equinoterapia.
La cuarta y última de las etapas, que en rigor era pasible de ser superpuesta con cualquiera de las anteriores, era la que reconstruía el “Campo de Batalla” a escala territorial.
A:
UNA “RED DE ESPACIOS” DE LA REVOLUCIÓN ORIENTAL HACIA LA CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DE LA REPÚBLICA.
Una reflexión geográfico – paisajista de carácter macro escalar:
Los espacios épicos centrales vinculados, tanto al inicio de la Revolución Oriental como a la posterior Cruzada Libertadora presentan, salvo algunos episodios como las batallas de Guayabos e Ituzaingó, una distribución territorial marcadamente concentrada en el litoral suroeste del Uruguay. Esta concentración, derivada obviamente de lógicas históricas y geográficas, nos proporciona una oportunidad hasta hoy desaprovechada.
¿Es posible potenciar una reconstrucción histórica, o una construcción mitológica de la gesta libertadora en su conjunto a través de los ámbitos territoriales en que se realizó?
¿Podemos pensar, a largo plazo, en construir una red de marcas en el territorio, compuesta por la potenciación de caminos vecinales, cursos de agua, servidumbres en campos privados, forestaciones y algunos elementos construidos mínimos, que se planteen reincorporar a la memoria del colectivo social el devenir de estos hechos fundacionales?
Las lógicas de ubicación de estos espacios están además, fuertemente marcados por sus características paisajistas: geomorfológicas (como las características de la orografía, los cursos de agua y los pasos más frecuentes), vegetales, micro-climáticas, de oportunidad; por cuanto se fueron construyendo sobre la pertinencia o no de determinados recorridos en función de sus cualidades estratégicas, marciales, vinculadas a su posible conformación de Campos de Batalla.
¿Es posible desentrañar las lógicas de relación de estos episodios épicos con la estructura del paisaje propio de la Banda Oriental? ¿Se puede revelar un paisaje que reconstruya, rememore, que mantenga viva dicha?
Si entendemos la regionalidad, al igual que la nacionalidad, como un producto cultural históricamente determinado, como un artefacto, veremos que la comunidad imaginada de los pedrenses necesita de este layer como elemento de cohesión, y necesita construirlo desde la participación de todos sus integrantes, ya que la identidad vinculada a los hechos históricos del 18 de mayo en Las Piedras parece estar perdiendo potencia. A su vez, la ciudad de Las Piedras se encuentra en un claro proceso de pérdida de identidad generado por su cada vez mayor dependencia de la capital y su identificación con las zonas conurbadas. Por esta doble causa se propone la temática del Campo de Batalla como el elemento de marca territorial capaz de construir la imagen de futuro de la región
¿Puede la región de Las Piedras darse el lujo de perder la oportunidad de recuperar para si esta capa de historia como herramienta de cohesión social y construcción del territorio?
B:
ACERCA DE LAS ESPECIFICIDADES DE UN NUEVO PARQUE:
Una primera clave: el parque silvestre
La localización del Parque Artigas, hoy lateral al área urbana de la ciudad de Las Piedras, nos obliga a pensar sobre la pertinencia de la creación de un parque urbano tradicional, caracterizado por una infraestructura importante, extremadamente dispersa y de diseño muy marcado, que por tanto requiere mucho mantenimiento.
Emerge como más razonable, incluso más provocadora, la posibilidad de crear una nueva condición de parque, un parque rur-urbano, un parque silvestre, de una naturaleza menos domesticada que los parques tradicionales. Un parque además pensado en el tiempo, no como una imagen final de proyecto sino como un proceso en constante movimiento, un parque que cambie la palabra mantenimiento por la palabra gestión, tanto de sus recursos vivos y vegetales, como de sus recursos históricos.
Una segunda clave: el parque en el tiempo
El paisaje es cambiante en el tiempo y este es uno de sus atributos más destacables. Los cambios ocurren a velocidades distintas, distintos ritmos de transformación. El hombre forma parte del paisaje y lo modifica mediante su gestión. En el paisaje interviene el factor de lo imprevisible, su proyecto debe dar lugar a afrontar lo inesperado. Así, este parque intenta plantear estrategias de regeneración, pensar la superposición de un nuevo parque con nuevas especies vegetales sobre el parque existente. Estos procesos implican una superposición en el tiempo, no una sobreposición en el espacio. Implican la conformación de un espacio que se vaya transformado de acuerdo a la incorporación, sustitución y recambio de las distintas especies arbóreas y arbustivas, de acuerdo a sus tiempos de nacimiento, crecimiento y muerte. Intenta además incorporar fuertemente a los vecinos en estos procesos de transformación, mediante su protagonismo o colaboración en la construcción de paisajes. Finalmente pretende dar lugar a la aparición del azar en el desarrollo de estos procesos, minimizando el forzar o eliminar permanencias vegetales.
C:
LAS HERRAMIENTAS SIMBÓLICAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL NUEVO PARQUE: LOS ELEMENTOS ICÓNICOS DE LA REVOLUCIÓN ORIENTAL. (la luz de los fogones, la sombra de los Ibirapitás, la identidad del caballo y de las lanzas)
Los 1000 árboles de Artigas
Esta es una operación de fuerte impronta simbólica y la operación que articula la construcción del parque con la percepción del cambio a escala de la ciudad en su conjunto. Consiste en la personificación de los 1000 hombres y mujeres (como número referencial) que constituyeron el Ejército Nuevo en 1000 árboles a plantar en la ciudad, en especial de las inmediaciones del parque. Estos árboles incorporarían además el simbolismo añadido de ser 1000 Árboles de Artigas o Ibirapitás (Peltrophorum Dubium), las 1000 imágenes del sentimiento artiguista y latinoamericanista de los combatientes. El proceso de gestión de esta iniciativa se canalizará a través de las escuelas públicas, bajo la consigna de Para cada niño un árbol.
Las tacuaras
La Caña tacuara (Phyllostachys Aurea) posee una gran carga mítica como parte componente de las lanzas del Ejército Artiguista. Es además un elemento natural que por sus características formales evoca la rusticidad y potencia de dicho ejército.
La caña en general es también, por su forma de crecimiento y reproducción una especie que se adecua perfectamente a este concepto de parque silvestre y por sus requerimientos de agua a las condiciones del terreno del parque, donde se podría configurar en forma de islas en sitios de especial relevancia (comienzo o inflexiones en los recorridos, etc.) Su avance tanto por semillas como por rizomas proporciona gran libertad de cambio en su distribución a lo largo del tiempo.
El corral
La figura del caballo es, conjuntamente con la figura del gaucho, una de las figuras míticas de la lucha por la independencia. Parece por tanto que debería estar presente en el ámbito de este parque, más aún con la feliz coincidencia programática de la presencia del hipódromo en las cercanías. Los potreros de pastoreo planteados se presentan como un espacio de colaboración entre la ciudad y el hipódromo vecino, como un lugar donde llevar a pastar y mostrar a los caballos fuera de los muros del espacio de competencia y a la vez como la base de un evento lúdico. Partiendo de los potreros se plantean una serie de circuitos equinos de paseo para niños, incluyendo tratamientos de equinoterapia, muy provechosos para la habilitación y rehabilitación de múltiples discapacidades tanto físicas como intelectuales.
La trama de fogones
El fogón resume el concepto de ágora, de asamblea, el espacio en torno al cual se reunían como iguales los distintos actores que componían el contingente artiguista. Representa por tanto el espacio de la predica de Artigas y el sitio a partir de donde, por representación popular, se convertiría en Jefe de los Orientales. Sumado a este fuerte simbolismo, los nuevos fogones cumplen además una función práctica bien diversificada.
D:
LA ETAPA YA CONSTRUIDA / DESARROLLADA.
Etapa 1.A: Los 1000 Árboles de Artigas
Esta es una operación de fuerte impronta simbólica, y la encargada de proyectar la percepción del cambio, vinculada a la remodelación del parque, hacia la escala de la ciudad en su conjunto. Consiste en la personificación de los 1000 hombres y mujeres (como número aproximado y referencial) que constituyeron el Ejército Nuevo, en mil árboles a plantar en la ciudad, partiendo desde las inmediaciones del parque. Estos árboles incorporarían además el simbolismo añadido de ser 1000 “Árboles de Artigas” o “Ibirapitás” (Peltrophorum Dubium), mil individuos diferentes que constituyen las mil imágenes del sentimiento artiguista y latinoamericanista de los combatientes.
El proceso de gestión de esta iniciativa se canalizó a través de las escuelas y liceos públicos de la ciudad.
La idea original de gestión de la propuesta partía de la consigna: “para cada niño un árbol”. A cada niño del último curso de escuela de la ciudad de Las Piedras se le asignaría un Ibirapitá para plantar y luego cuidar por el plazo de un año, obligación que este entregaría a un compañero del curso siguiente el día de cierre de clases. Cada árbol llevaría en su base la nómina de sus tutores, conformándose con los años en la historia viva de la ciudad de la ciudad de Las Piedras.
Este mecanismo se reveló un tanto engorroso durante el proceso de participación que diera inicio, y fijara las reglas de trabajo de la operación, por lo que se optó por actividades más comunitarias, que establecieran responsabilidades más grupales. De esta manera, la intervención se inició el 18 de mayo de 2008 con la plantación de 31 ejemplares a cargo de una delegación de estudiantes de la escuela más cercana al Parque Artigas.
Etapa 1.A: El Pabellón del Bicentenario de la Batalla de las Piedras
Sobre sus lógicas de creación:
Lo urgente de los plazos planteados y la escasez de medios disponibles obligan a pensar con extremo cuidado como utilizar los recursos. A ese respecto, parece poco conveniente dispersar el escaso dinero a disposición en equipamiento tradicional o pavimentos demasiado extensos o elaborados. Optamos, por el contrario, por concentrar energía en una única pieza arquitectónica, que pueda ser concretada con cierto rigor y calidad, apoyada por una serie de operaciones dispersas, de bajísima energía, de bajísimo costo, pero de un gran efecto paisajístico.
El Pabellón Bicentenario es este único elemento construido de cierto porte que se propone hacia la imagen final del parque. Tiene como finalidad servir de acumulador a una serie de actividades muy diversas, ser soporte de una diversidad de significados, pero por sobre todas las cosas, convertirse en el icono de la operación. Su función principal es ser el disparador de la materialización del parque y su gran comunicador a nivel social.
Sobre su materialidad y significado:
La materialidad del Pabellón, posee, además de una serie de referencias menores, que vibran en relación a las herramientas de creación del parque, una fuerte potencia simbólica. Su transparencia, su ingravidez, opera por contraste con la preexistencia del Mausoleo del Soldado Oriental, enteramente de granito, enteramente opaco, sobre el que se apoya. Mediante esta decisión se pretende contraponer dos tiempos diferentes en la memoria de la sociedad pedrense, dos formas de acercamiento a los sucesos históricos que se desarrollaron en su territorio. El primero de estos tiempos, el de la dictadura militar, ha dejado como legado un edificio inaccesible, oscuro, camuflado bajo terraplenes, y centrado únicamente en la actividad conmemorativa de lo marcial. El segundo, fruto del primer gobierno comunal de izquierda es, por el contrario, un edificio translúcido, leve, accesible a toda la comunidad, un lugar donde desarrollar diferentes actividades vinculadas a la memoria, pero también a la construcción participativa del futuro colectivo.
Su materialidad, extremadamente sencilla, apela únicamente a la capacidad expresiva de la estructura, conformada por una sucesión de esbeltos caños redondos con diferentes inclinaciones, que refieren a la imagen de las lanzas-tacuara del ejército artiguista. Estos nodos de pilares como lanzas, juegan con el sutil velado de la envolvente de u-glass, y las superficies continuas de piso y techo, que enmarcan las vistas lejanas al resto del parque y los campos productivos cercanos, verdadero escenario de la lucha independentista.
Sobre su programática:
El Pabellón se plantea, más allá de su finalidad estratégica de propaganda, como el continente de una serie de actividades socio – culturales entre las que se podrían reseñar: biblioteca pública y museo histórico del sitio, en las alas laterales de la planta inferior; espacio flexible de cohesión social, en sector central de la planta inferior; bar-restaurante, en la parte frontal de la planta superior, y terraza-escenario para espectáculos públicos, en planta superior mirando hacia el parque.