PREMIO PANAMERICANO | EQUIPAMIENTO
Autor/es:
Daniel López Salgado, Gustavo Cardón Cereda, Alberto Pérez Cuevas, Romeo Antonio Ayuso, Víctor Manuel Velazco Chávez, Josué Pacheco Santiago, Ismael Castro Hernández, Josué Martínez Juárez, Kevin Lescas Orozco, Silvia Martínez Barceló, Mario Osmar Pina Pinacho
Colaboradores:
Construcción: Constructora Maiz Mier S.A de C.V. / Diseño Estructural: Colinas de Buen S.A de C.V. / Museografía: Tono del Diseño / Fotografías: Jorge Taboada
El proyecto se ubica en el Parque Fundidora de Monterrey, a la vera del Arroyo Santa Lucía. Por lo tanto, es estación más en el recorrido que vincula el centro histórico y Macroplaza de Monterrey con las principales atracciones del parque. Su ubicación equidistante viene a activar un tramo relativamente privado de usos específicos en ese trayecto.
El predio concedido, tenía la forma de un estacionamiento pre-existente siendo requerimiento incorporar la misma capacidad de autos en el edificio. Fue esta la primer condicionante formal del proyecto, determinando su huella.
Era necesaria una estructura espacial flexible y adaptable en el tiempo que fuese capaz de sobrevivir las vicisitudes que surgen de un programa que se iría perfeccionando y mutando. Espacialmente el proyecto requería una solución genérica capaz de conservar su carácter y evolucionar a la vez. El Salón de la Fama del Beisbol Mexicano constituye un programa celebratorio requiriendo capacidad representativa que debía manifestarse formalmente.
Sobre el basamento constituido por una “replica” subterránea del estacionamiento preexistente, se desarrolla una serie de espacios con grandes luces, con una forma exterior resultante que busca resonancias con las sierras del paisaje regiomontano, y con un repertorio material y cromático que se asocia a las preexistencias del parque. Sobre ese basamento se desarrollan los espacios abiertos y controlados del programa, así como todas las necesarias transiciones respecto a la estructura formal y funcional del parque: plaza de acceso, rampas, miradores al canal Santa Lucía.
El programa principal se distribuye mayormente en una planta, hilvanando las principales funciones de acceso, exhibición y eventos del programa complementándose con áreas de servicio, almacenaje y administración en otra crujía.
La secuencia principal es atravesada por un gran “crucero” donde aparecen los usos más celebratorios y excepcionales: el recinto subterráneo dedicado a una suerte de “panteón” de los inmortales del beisbol y el auditorio. Ese momento del proyecto coincide con la única articulación relevante en sección que da acceso a una sala de exhibiciones temporarias y a un jardín elevado con vistas al Arroyo Santa Lucía.
Se optó por desarrollar estos espacios de grandes claros estructurales mediante bóvedas de ladrillo de diferente configuración y medida. Esta opción constructiva y de expresión se conecta con tradiciones de la arquitectura Mexicana tales como las bóvedas de Santo Domingo en Oaxaca, la expresividad estructural de la ingeniería de Félix Candela y la amplitud espacial de múltiples edificaciones de celebración existentes en nuestro país. El resultado de esta búsqueda fue una variedad y saltos de escala, condiciones de iluminación y direccionalidad en una secuencia de espacios abovedados.
Las referencias a las experimentaciones de Eladio Dieste en el Uruguay son evidentes. Fueron un abrevadero que permitió vincular las tradiciones constructivas locales con la ingeniería contemporánea, la precisión en el trazo y la definición geométrica, con la mano artesanal en la construcción. Construir este edificio fue una experiencia significativa en la inevitable articulación contemporánea entre un pensamiento y definición asistida por herramientas digitales y las singulares capacidades artesanales requeridas para su construcción.
