PREMIO PANAMERICANO | EQUIPAMIENTO
Autor/es:
Sordo Madaleno Arquitectos
Colaboradores:
César López Negrete
Gabayet Paisaje 101
El Hotel Solaz cubre un área total de 9,8 hectáreas a lo largo de una sección de la costa que incluye formaciones topográficas únicas, con las que está cuidadosamente integrado. El concepto arquitectónico se guio por esta necesidad de una adecuada integración de la construcción en su entorno, lograda mediante el uso de formas orgánicas que remiten al movimiento de las olas, produciendo una atractiva serie de volúmenes que se adaptan al lugar.
Los servicios proporcionados por el desarrollo están diseñados para ofrecer una gama de opciones de alojamiento y hospitalidad a los visitantes tanto de México como del extranjero. Comprende un hotel con 128 habitaciones, 147 unidades de tiempo compartido, 21 departamentos administrados por el hotel, 18 departamentos Beach Club, restaurantes, spa, amenidades y más.
Como resultado de la escarpada topografía natural del sitio, que asciende desde el nivel del mar hacia el norte, se decidió formar tres grandes terrazas curvas de este a oeste, y colocar las habitaciones del hotel en el extremo occidental y los tiempos compartidos en el extremo este. La circulación entre estas terrazas es a través de cortes estrechos que también operan como pasadizos divisorios con densa plantación para separar las diferentes funciones, generando mayor privacidad.
Dada la pendiente, cada terraza se eleva sobre la otra de manera escalonada, con fachadas orientadas al sur, lo que significa que todos los espacios disfrutan de espectaculares vistas al mar. Las comodidades que incluyen piscinas, club de playa, restaurante grill, tumbonas y un restaurante de especialidades se encuentran en el nivel más bajo, junto a la playa.
El nivel de acceso se encuentra dentro del edificio principal. Esta construcción, que muestra una gran plasticidad de forma y movimiento orgánico, se asemeja a tres bloques apilados uno encima del otro. La volumetría de este edificio combina un mismo concepto de integración en el entorno mientras que su movimiento permite generar mejores vistas, otorgando al desarrollo un carácter tectónico único.
Los departamentos operados por el hotel son tres volúmenes de proporciones cuadradas distribuidos a lo largo del lado sur del sitio. Los apartamentos Beach Club también comprenden tres volúmenes en el extremo opuesto del sitio, en el lado norte.
Celebrando la integración entre paisaje, arquitectura y arte, las diferentes tipologías de las suites y habitaciones de este hotel surgen de la topografía que se fusiona armoniosamente con la playa de arena. Para llegar a ellos, un patio-vestíbulo sirve tanto de entrada como de puente entre las ondulaciones topográficas del exterior y la acogedora geometría del interior.
Considerando el campo circundante como origen de la identidad del proyecto, las áreas comunes también se originan en el paisaje de Baja California, introduciendo vegetación al interior y abriéndose a las apacibles vistas del Océano Pacífico a través de varias terrazas.
Un ambiente cálido creado con madera tropical, textiles con colores frescos mexicanos y líneas marcadas en piedra generan una estética contemporánea distintiva en cada habitación.
