BAQ 2020
PREMIO PANAMERICANO | INTERVENCION EN ARQUITECTURA PATRIMONIAL O DE INTERES PATRIMONIAL
ECUADOR
Autores: Mg. Aquiles Jarrín, Arq. Bettina Stauber
El proyecto se desarrolla a partir de una investigación realizada con la familia que adquiere el inmueble. Se aplicó metodologías para comprender las necesidades y formas de habitar el espacio, avocando a la imaginación, la libertad de ocupar el espacio y las aspiraciones de lograr un hábitat amigable y cómodo para toda la familia. Algunos elementos que aparecieron en el proceso, se relacionaban con la importancia de generar espacios menos definidos, con formas de uso múltiples y subjetivos. También surgió la necesidad que el espacio social de la casa sea lo protagónico y que no existan divisiones muy fuertes entre lo social y lo privado. Ellos buscaban un espacio más dinámico, que permita un constante redescubrimiento y quería sentirse parte de la casa en todo momento. También surgió la necesidad de una presencia fuerte de naturaleza en el interior.
La otra fuente que alimento la conceptualización del proyecto fue la indagación en el espacio, desde la afectación con lo existente, sus potencialidades, limitaciones y las posibilidades de experimentación. Se identificaron tres elementos estructurantes del proyecto:
Luz: una entrada de aire luz en el interior del departamento.
Materialidad y composición: la estructura de hormigón de una altura libre de 3 metros.
Localización: un paisaje urbano muy seductor compuesto por una vista de la loma del Panecillo, lugar icónico de la ciudad, enmarcado por fachadas republicanas.
Se plantearon algunos objetivos que se buscaban alcanzar con la intervención. Construir un exterior en el interior que permita introducir con mucha fuerza el elemento de la naturaleza, y generar una gran amplitud en el espacio social, aportando a que esta parte de la vivienda sea un corazón verde, mismo que pueda ser percibido y apreciado desde cualquier parte de la unidad. Para alcanzar esta misión, una de las primeras decisiones que se tomaron fue demoler todas las paredes existentes, generando una nueva centralidad de luz.
Sin paredes, las columnas de la estructura de hormigón adquirieron una fuerte presencia, y promovieron a trabajar con este elemento como una unidad constitutiva del proyecto. El desafío fue ver como potenciar este elemento prexistente y hacer que empiece a convivir en una nueva lógica del espacio. La solución se dio a partir de introducir una dimensión más poética a la manera de concebir el proyecto: se dejó de llamar columnas a las columnas para empezar a llamarlas troncos.
Este gesto de metaforizar el espacio fue definitorio para todo el diseño y comprensión del proyecto, y así, surgió la idea de pensar que no estábamos en un espacio domesticado, como es un departamento con las características inicialmente descritas, para introducirnos en un mundo más salvaje y silvestre que es “un bosque”.
Un bosque, en este escenario solo podía aparecer otros árboles; algunos caídos, sobrepuestos, como suele suceder en la naturaleza. La sección de las columnas existentes de hormigón, era de 30 x 30 centímetros, con estas dimensiones se decidió generar nuevos elementos que las repliquen, y con ellos se generó una suerte de ejercicios lúdicos y experimentales.