BAQ 2010 |
CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO |
ARGENTINA |
TALLER DE PROYECTO ARQUITECTÓNICO 1, 2 Y 3 AÑO 2009. FACULTAD DE ARQUITECTURA, PLANEAMIENTO Y DISEÑO. UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO |
Los procesos suburbanos de ocupación de tierras fiscales o privadas vacantes para la autoconstrucción de las viviendas y de los espacios de representación de sus modos de organización (sea social, cultural o religiosa) han generado un fenómeno de singular importancia en la configuración de los barrios de mayor riesgo social, a la vez que las acciones públicas en relación a la política habitacional han tenido una respuesta prácticamente insensible a las variables culturales, fundamentalmente ante el caso de las migraciones rurales a las grandes ciudades y su consiguiente proceso de destierro y transculturación.
En el Chaco a partir de 1982 y como consecuencia de la depredación de los bosques, comienza una época de grandes inundaciones, que junto a la difusión de la mecanización agrícola, motiva el éxodo masivo de nativos tobas a la ciudad de Rosario, fundamentalmente en la zona noroeste, en el barrio Empalme Graneros, hasta entrado los años `90. Es en los grandes núcleos urbanos donde estas comunidades pudieron acceder a algún grado de asistencia social y médica en los hospitales públicos, de la que estaban negados en sus tierras rurales.
Este trabajo desarrolló un tema fundamental para la inclusión de los asentamientos de aborígenes tobas de la ciudad de Rosario, que en condiciones de enorme vulnerabilidad social, se asentaron hace 30 años hasta la actualidad, interpretando su demanda con especial énfasis en la dimensión cultural de su hábitat.
El Club Social Comunitario Qadhuoqte surgió como demanda desde los primeros contactos con miembros de la misma comunidad, consolidando este terreno para las actividades deportivas y recreativas del asentamiento Los Pumitas y constituyéndose en la expresión de la defensa del espacio público, de la integración social y de las dimensiones intangibles que le otorgan sentido a estos lugares, siendo esta obra, tal vez, el signo de posesión espacial que disputa el dominio del territorio para el uso común ante otros fenómenos sociales emergentes.
El trabajo consistió en la construcción de una estructura cubierta a partir de materiales económicos y de fácil adquisición, que nos permitió una rápida ejecución de la misma por un grupo de 60 alumnos y coordinado por los docentes. Esta estructura cuyo material dominante es la madera, fundada sobre piezas diseñadas de hormigón, ofrece la posibilidad de apoyo a las actividades, como protección para ver los partidos, guardado de equipamiento y ocasionalmente como de servicios gastronómicos. Además permite el aprovechamiento para otras actividades culturales de la comunidad.
EL CLUB SOCIAL COMUNITARIO QADHUOQTE
Arrojar una sombra sobre aquel costado del potrero era al mismo tiempo construir una imagen metafórica respecto a la aridez de ese lugar, como también un acto de resguardo físico, casi de supervivencia.
Pocos signos del terreno: una extraña falta de ocupación en el extremo de la manzana que da a la cancha, produce una irregularidad en la geometría de ésta (curiosamente consolidada por la construcción de una vereda que bordea a las casas) logrando sumar este fragmento casual de suelo vacante al gran rectángulo vacío de uso comunitario. En esa inflexión, entre la línea de la vereda y la línea de cal del potrero, se plantó la obra.
La complejidad de este territorio de carencias fue uno de los aspectos más determinantes en la elección del sistema constructivo, de ahí que fuera pensado en tres pasos: el preparado y hormigonado de las bases en el sitio, la ejecución de los elementos estructurales de madera en el Taller y el traslado en camión y montaje final de todas las partes. Pero también, y sobre todo, los materiales elegidos como la madera de pino de baja calidad protegida con aceite de lino, la chapa reutilizada de una demolición y el hormigón que sin delicadezas se impregna de elementos que culturalmente componen estos lugares, reflexionan sobre un modo de construir espacios y por ello, una manera de ser estando aquí.
De ahí que se considere a la forma como el producto sistemático de la operación constructiva, basada en la repetición en ocho veces de una cabreada que varía en largo, en altura y en tipo de apoyo, que se vinculan solidariamente entre sí a través de unos bastidores triangulados de madera (especie de clave) que ya contienen el fragmento de chapa fijada a éstos.
La variación del largo adecuó los laterales de la estructura a la vereda pública y la zanja de desagüe, por un lado y a una dirección levemente girada para ver el juego, por el otro.
Simultáneamente, la variación en altura, provocó en la cubierta un suave levantamiento hacia el lugar donde la calle se funde con el potrero, buscando la máxima potencialidad de ese espacio común indefinido. Y finalmente, el cambio en el modo de apoyarse, que generó hacia el frente a la cancha una mayor densidad de columnas como modo de proteger el interior ante la cercanía a la misma, mientras que atrás se concentraron de a pares para lograr sólo cuatro puntos de apoyo y de ese modo generar la mayor permeabilidad del espacio.
Los cimientos de hormigón, despreocupados del esfuerzo de descargas, evitan enterrarse en búsqueda del suelo firme, para resolverse como elementos superficiales que se apoyan, se extienden en el terreno y arriostran la liviandad de la estructura por el peso propio de estas piezas que se asoman en forma de bancos continuos para ver los partidos.
La sombra de este techo se ve continuada hacia afuera con las cercanas copas de un fresno al norte y de tres nuevos liquidámbares al sur.