BAQ2018 |
CATEGORÍA REHABILITACIÓN Y RECICLAJE |
PRIMER PREMIO INTERNACIONAL BAQ2018 |
PARAGUAY |
ARQUITECTAVA – KEIJI ISHIBASHI |
Para entender la esencia de la preexistencia nos basamos en la historia de su existencia narrada por los antiguos usuarios, buscando que la propuesta sea como el siguiente paso en la evolución de esta pequeña casa ubicada próxima al centro de Asunción en un terreno de apenas 6 metros de ancho.
La construcción original es de 1930 aproximadamente en el entorno sub urbano o cuasi rural de la Asunción de aquel entonces, con solo una habitación, un baño, una sala y un pequeño zaguán donde estaba la cocina a leña; en la década de 1940 se le agregan 2 habitaciones, extendiendo linealmente la casa en el estrecho terreno, ya entrada la década de 1990, se agrega al fondo una cocina moderna configurando la tipología de “casa chorizo”, pero con la particularidad de que debido a lo angosto del lote la casa no tenía una galería sino que los espacios contiguos se comunicaban saliendo a la intemperie y para el 2014; año en que se desocupó, la construcción se encontraba en un avanzado estado de deterioro, ya inhabitable.
Más allá de las patologías y deficiencias funcionales que pudimos encontrar, se buscó mantener la esencia de la tipología y consolidarla, a la par de mantener vigente la edificación como producto inmobiliario en una zona que hoy día es de media-alta densidad con universidades e instituciones públicas alrededor. Para ello se optó por dotarle a la casa de una galería y construir departamentos para estudiantes en una planta alta, todo sin comprometer los antiguos cimientos mediante un volumen separado de la casa y con estructura independiente; flotando sobre ella, generando la galería pero de manera que permita la entrada de luz a la planta baja desde varios ángulos así como la optimización de la ventilación por convección.
La Planta Baja se mantuvo casi en su totalidad reutilizando los materiales y con mejoras en la distribución espacial que permitieron ponerla en vigencia ante el mercado sin perder su esencia y evidenciando las cicatrices de ampliaciones a lo largo de los años legibles en la diferencia de tamaño de sus ladrillos. También se incorporó la recolección de agua de lluvia para riego y limpieza con la adaptación de unos kambuchi (cántaros de cerámica), elementos tradicionales de la artesanía paraguaya que armonizan con la plástica de la construcción y aportan un toque de sustentabilidad además de todos los ladrillos viejos que se volvieron paredes nuevas, las tejas que pasaron a ser jardín vertical en la fachada, tirantes devenidos en dinteles y viejas puertas convertidas en escritorios. Todo apostando a la evolución antes que la tabula rasa de una demolición.